“En el año 2000 la silicosis era una enfermedad en vías de extinción y este año nos vamos a ir muy por encima de los 500 casos”. Estas palabras de Óscar Bayona, miembro de la Secretaría de Salud Laboral del sindicato Comisiones Obreras (CCOO), resumen la paradoja de que en pleno año 2024, con la inmensa mayoría de las minas de carbón cerradas desde hace décadas, una enfermedad pulmonar como la silicosis no deje de crecer.
Los datos provisionales del registro de enfermedades profesionales, accesibles a través de la herramienta CEPROSS, indican que hasta el mes de junio de 2024 se registraron 335 casos de silicosis, lo que significa que, si hacemos una proyección, superaremos los 500 casos a final de año, según Bayona.
Para el sindicato, la cifra es especialmente preocupante porque se suma a la serie histórica que desde el año 2000 muestra una clara línea ascendente, con el parón estadístico de 2020 por la pandemia. “Esta es la única enfermedad profesional que tiene esta línea de crecimiento tan exagerado”, insiste Bayona. “Pasar de 15 a 500 casos en este periodo es una barbaridad, se nos ha descontrolado”.
Los datos para reconstruir la evolución los aportó el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social e Inmigraciones a petición de CCOO, en el marco del grupo de trabajo de sílice cristalina de la Comisión Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo. El sindicato cree que los números evidencian que es el trabajo con encimeras con un alto contenido en sílice lo que impulsa este crecimiento. Según estas cifras, los casos enmarcados en el código de actividad del “corte, tallado y acabado de la piedra” (CNAE 2370) suponen el 49% del total en la serie histórica y desde 2020 se han comunicado una media anual de 11 casos por cada 1.000 personas ocupadas en el sector, una clara señal de que los casos atribuidos al corte de piedra marcan la tendencia al alza.
“Que representen casi la mitad de los casos es una barbaridad, porque es un sector relativamente pequeño, de apenas unas decenas de miles de trabajadores, comparado con el millón y medio largo de profesionales expuestos a sílice en España que se incluyen en el resto de las cifras”, asegura Alfredo Menéndez Navarro, catedrático de Historia de la Ciencia de la Universidad de Granada (UGR) que participó en la publicación de la anterior serie histórica de silicosis, desde 2007 a 2019, en la Revista Española de Salud Pública. Menéndez trabaja en un nuevo artículo con números actualizados donde ven la misma tendencia. “Un epidemiólogo no va a aceptar que lo llames epidemia, pero evidentemente el número de casos es muy alto”, señala. “Y estamos hablando de un problema gravísimo, una enfermedad profesional crónica que no tiene solución y que es evitable”.
También desde la patronal del sector reconocen con preocupación la tendencia ascendente. “Estamos viendo la punta del iceberg”, afirma Alfonso Fernández, presidente de la Federación Española de Asociaciones de Marmolerías (FEDESMAR). A su juicio, en este momento estamos al inicio de la manifestación del fenómeno o en una situación con una tendencia alcista, y aunque es muy difícil de prever, no cree que haya un cambio de tendencia hasta dentro de un mínimo de diez años. “Nuestro sector ha trabajado históricamente la piedra natural y hace 25 años se incorporaron estos aglomerados de cuarzo, que tienen hasta un 92% de sílice, además de pigmentos y resinas, y en las marmolerías se ha desarrollado la enfermedad de forma exponencial”, asegura. Aunque en el lado positivo, considera que ya hay una sensibilidad general sobre este problema en todos los sectores, tanto en empresas de instalación como en fabricantes.
El director general de Salud Pública del Ministerio de Sanidad, Pedro Gullón, recuerda que hay que tener en cuenta que la mayoría de los casos dependen de una exposición que se produjo hace años y aunque se tomen medidas no se verán los resultados hasta que pase el tiempo. “Se ha ido incrementando la vigilancia y reduciendo la presencia del contaminantes —explica a elDiario.es— y es de esperar que en un ciclo posterior tengamos una menor incidencia, pero desde luego preocupa que esté creciendo y es un tema del que estamos muy pendientes dentro de la salud laboral”.
La manera de conocer de forma más fiel el número de casos de este tipo de enfermedad pulmonar son los partes de enfermedades profesionales notificados al CEPROSS, el sistema de comunicación de estos datos de la Seguridad Social. Mediante este método, se calcula que hasta 2019 había al menos 1.856 trabajadores que han contraído silicosis por manipular estos materiales, pero los especialistas sospechan que hay muchos más que han pasado sin diagnosticar o se han clasificado como enfermedad común. Esta forma grave y rápidamente progresiva de silicosis no afecta a quienes tienen la encimera en su cocina, sino a quienes han trabajado en el corte y manipulación de los materiales, y está impulsada en gran medida por el alto contenido de sílice de la piedra artificial (más del 90%) y el polvo fino que genera al cortarlo en seco, que se instala en los pulmones de los trabajadores.
El foco está puesto sobre la empresa española Cosentino, uno de los grandes productores mundiales de este material, que ha sido recientemente condenada por no advertir durante años del riesgo a los trabajadores de una marmolería de Vigo y ha sido absuelta en otro juicio por circunstancias similares, y ha abonado indemnizaciones a trabajadores propios o de otras marmolerías enfermos de silicosis con una cláusula de confidencialidad. Los datos se conocen después de que Australia haya prohibido este mismo verano trabajar con estos materiales y de que en el Reino Unido varios especialistas hayan pedido seguir la misma senda tras detectar los primeros casos de silicosis por aglomerados de cuarzo en su país.
Para Comisiones Obreras, una derivada preocupante de estos datos es la presencia cada vez mayor de los casos de cáncer de pulmón detectados en este sector. “Tenemos una media de 7 al año desde que se empezó a registrar en 2018 y en los datos provisionales hasta julio de 2024 ya llevamos 13 casos”, señala Bayona. “Y, a diferencia de la silicosis, en que es fácil establecer un nexo causal, aquí sí puede haber un subregistro importante”, advierte. “Aun así, se ha convertido en el segundo agente con más casos de cáncer de pulmón después del amianto en apenas siete años”.
Para Antonio León Jiménez, jefe de Servicio de Neumología del Hospital Puerta del Mar de Cádiz, centro de referencia de silicosis por piedra artificial, este es uno de los aspectos más preocupantes. “La sílice está considerada por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer como un carcinógeno del grupo 1, es decir que existe suficiente evidencia de su efecto carcinógeno en humanos”, explica. “Además, los aglomerados de sílice contienen sustancias como compuestos orgánicos volátiles e hidrocarburos aromáticos policíclicos, algunos de los cuales (estireno y naftaleno) están considerados como potencialmente cancerígenos”. Es por eso que algunos especialistas creen que la reducción de la cantidad de sílice de las encimeras que han anunciado los fabricantes podría ser una medida insuficiente.
Desde el sindicato CCOO reclaman la necesidad de acometer una regulación específica de este sector. “Queremos que se trabaje con unas condiciones mínimas de seguridad, con mascarillas motorizadas con filtros HEPA, porque las mascarillas de partículas que se usan ahora para esto no valen”, señala Bayona. “Incluso hay que proteger la piel con trajes, porque muchas de las sustancias son cancerígenas por la vía dérmica”. Dado que la sílice está reconocida como un cancerígeno desde 2018, recuerda, las leyes europeas y españolas obligan a establecer medidas extra de protección. En ese sentido anuncia la intención de trasladar estas propuestas al grupo de trabajo de la Comisión Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo y a los diferentes ministerios implicados.
El portavoz del sindicato propone tomar medidas similares a las que se han tomado ya con el amianto, con el que ve un claro paralelismo, también en la parte médica. “Creemos que tiene que haber un registro de trabajadores expuestos a cualquier tipo de cancerígeno, porque tienen derecho a la vigilancia de la salud post-ocupacional”, indica Bayona. “Esto significa que, como en los casos de personas que han trabajado con amianto, cuando te jubilas o te vas a trabajar a otro sector la empresa esté obligada a dar esa información que tiene a las CCAA y a la autoridad laboral y sanitaria para que continúen con el seguimiento”.
Esta propuesta es aplaudida por Cristina Martínez, experta en silicosis y miembro del área de enfermedades respiratorias de origen medioambiental de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). “Sería ideal crear unidades monográficas especializadas donde los puedan revisar y seguir controlando, incluso aunque no tengan enfermedad, porque, si han estado trabajando muchos años, puede tardar mucho tiempo en manifestarse”. La especialista también recuerda la necesidad de seguir igualmente de cerca los casos producidos por piedra natural en regiones como Galicia o León, donde hay una alta incidencia asociada a trabajos con pizarra y granito.
La patronal FEDESMAR defiende un modelo regulatorio que se base en la prevención, la formación y el estudio epidemiológico de la enfermedad. “Las medidas preventivas que se están utilizando ahora se supone que evitan el riesgo, pero no tenemos la certeza de que sean las más adecuadas o las únicas y tenemos que seguir explorando alternativas”, reconoce su presidente, Alfonso Fernández. En cuanto al hecho de que haya empresas pequeñas que puedan trabajar con este material sin conocer los riesgos, cree que es improbable. “Una cosa es lo que se hacía en el pasado, pero lo que pueda suceder a partir de ahora no es porque no exista conocimiento, porque trabajamos en dar información a todas las empresas, independientemente del tamaño. Puede haber excepciones, lógicamente, pero la mayoría de empresas están concienciadas”.
La empresa Cosentino sostiene que los aglomerados de cuarzo, como cualquier otro producto que contiene sílice cristalina, pueden ser trabajados de forma totalmente segura si se aplican las medidas de seguridad sobradamente conocidas por todos los profesionales del sector. En cuanto a las cifras aportadas por CCOO, la compañía asegura que en la categoría profesional CNAE 2370 se incluyen trabajos con multitud de materiales y no solo piedra artificial, entre otras granitos, pizarras y cuarcitas que pueden alcanzar hasta el 90% de contenido en sílice. “Además, la enfermedad tiene un periodo largo de latencia, entre 10 y 15 años de término medio, por lo que los datos que conocemos hoy responden a malas prácticas en el centro de trabajo de hace más de una década”, subrayan.
Fuentes de la compañía con sede en Almería argumentan que es la falta de aplicación de medidas de seguridad y no el producto lo que provoca la aparición de enfermedades profesionales en el sector. “Cosentino hace una llamada a todos los agentes del sector para continuar con la aplicación de los mayores estándares de seguridad en los centros de trabajo de tal forma que se pueda erradicar esta enfermedad profesional”, señalan. “A la vez que pedimos a las administraciones públicas un sistema de licencias para garantizar que los centros de trabajo cuenten con las medidas de seguridad apropiadas y los trabajadores de las marmolerías la formación adecuada”.
Respecto al cuestionamiento de las cifras por parte de Cosentino, Óscar Bayona (CCOO) admite que en las marmolerías se trabaja con piedra natural y artificial, pero desde hace muchos años la artificial es la predominante de largo. “La reemergencia de la epidemia de silicosis no se puede explicar sin la llegada al mercado de los aglomerados de cuarzo”, subraya. “Para simplificar, el CNAES 2370 en Andalucía es básicamente aglomerado de cuarzo aunque en Galicia y León es más difícil especificar”, indica Alfredo Menéndez. En cualquier caso, advierte el catedrático de la UGR, el hecho de no tener una información perfecta no puede ser un argumento para decir que no conocemos el problema y su magnitud. “Este ha sido uno de los motivos tradicionales que emplean los responsables empresariales para negar la existencia o minimizar los problemas generados por sus productos”, asevera.
En el lado de los afectados, Francisco Torrico, presidente de la Asociación de Perjudicados por la Silicosis de Andalucía (APSA), pide que se unifique la manera de recopilar los datos y se haga de forma fiable y coordinada. De la misma opinión es la neumóloga Cristina Martínez, que considera que se necesita un sistema de datos estandarizados y homogeneizados, porque lo que conoce a partir de las bajas laborales puede tener origen muy diverso. “Son datos muy sesgados y no reflejan la realidad del país”, sostiene. “Por eso desde la Sociedad Española de Neumología (SEPAR) estamos trabajando en un registro epidemiológico sobre la silicosis”.
Raúl Carballedo, abogado de trabajadores afectados por la silicosis, también cree que se están quedando muchos diagnósticos fuera del radar. “Primero, porque no existe una base de datos que relacione a las empresas con actividades de riesgo y las enfermedades profesionales reconocidas en el sistema de salud”, explica. “Esto crea una inseguridad jurídica para los trabajadores, quienes dependen de la información que las empresas decidan proporcionar voluntariamente sobre los riesgos laborales”. A esto se suma el desconocimiento de muchos médicos, que no han podido realizar diagnósticos diferenciales correctos al no recabar la información laboral necesaria de los pacientes, y las diferentes fuentes de presión.
Carballedo representa a un grupo de 7 trabajadores que denunciaron a los servicios de prevención de la fábrica Cosentino, en Almería, en un caso que está en fase de instrucción. “Los trabajadores fueron diagnosticados tardíamente, en determinados casos por servicios públicos externos, y otros, incluso, ya en fases crónicas y severas de la enfermedad”, señala. “Esto plantea la pregunta de cómo una enfermedad principal en la fábrica puede tener fallos tan graves en su detección por los servicios de vigilancia, especialmente cuando las medidas de prevención han sido insuficientes en sus puestos de trabajo como señala la Inspección de Trabajo respecto de estos”. “Existen muchos intereses económicos para que esta enfermedad quede diluida en la amalgama de enfermedades profesionales”, sentencia.
La última pata de la mesa, que explica esta desprotección de los trabajadores y la ausencia de una adecuada prevención de riesgos laborales, es la que tiene que ver con la política. “La actual Junta de Andalucía, por ejemplo, muestra una voluntad clara de eliminar el Programa Integral de Silicosis de Andalucía (PISA)”, opina. A su juicio, esto se evidenció en la reciente paralización de la Proposición No de Ley presentada en el Parlamento de Andalucía. “Creo que se pretende diluir la problemática de la silicosis entre otras enfermedades profesionales, sin considerar la necesidad de identificar expresamente los riesgos del material para los trabajadores ”, defiende.
“Para mí, la cuestión está clarísima”, resume Francisco Torrico como portavoz de los afectados. “Desde el momento en que empezaron a aparecer los primeros casos, no se ha hecho absolutamente nada y seguimos igual. No se ha tomado ninguna medida, en Andalucía se hizo el PISA, pero no ha servido y no ha funcionado. Y, si no se hace nada, lo normal es que se siga manteniendo la misma situación. Solo empezaremos a tener resultados cuando esto se tome en serio”.
Fuente: www.eldiario.es
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