El historiador Alfredo Menéndez-Navarro ofreció una conferencia en Valencia sobre esta cuestión
A pesar de que el amianto tiene prohibida su comercialización en España desde 2002, se prevé que en el próximo quinquenio (2016 2020) fallezcan un millar de personas por tumores de mesotelio provocados por las exposiciones a este material durante las décadas de los setenta, ochenta y noventa. Esta estimación se ha realizado en el marco del proyecto de investigación sobre los riesgos del amianto, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y dirigido por el catedrático de Historia de la Ciencia de la Universidad de Granada Alfredo Menéndez-Navarro. El historiador, que ha colaborado con el epidemiólogo Gonzalo López-Abente, afirma que aunque es cierto que en ese mismo trabajo se empieza a ver cierto decrecimiento en las tasas de mortalidad «se constata que hasta 2030 se seguirán produciendo fallecimientos vinculados a exposiciones al amianto que se realizaron en los años setenta, ochenta y noventa».
Estos fueron algunos de los datos que expuso Alfredo Menéndez-Navarro en la conferencia «Amianto: de problema laboral a riesgo ambiental, 1960-1980» que inauguró el ciclo de seminarios del Instituto de Historia de la Ciencia y de la Medicina López Piñero. Según la Organización Mundial de la Salud, se calcula que 125 millones de personas están expuestas laboralmente al amianto. En el año 2004, el mismo organismo estimaba en 107.000 los fallecidos por exposiciones laborales a este material. En el Reino Unido, según los propios registros del país, se producen 3.500 fallecimientos al año por este problema. «Por tanto, sigue siendo un problema del pasado, del presente y, lamentablemente, del futuro», indicó Menéndez-Navarro.
UN MATERIAL «MÁGICO»
El amianto, también conocido como asbestos, es un conjunto de materiales fibrosos, con cualidades ignífugas y de bajo precio. Estas características lo convirtieron en un material «mágico» que se incorporó a numerosos productos manufacturados y procesos industriales. Se anunciaba como el material de la modernidad, del progreso. «La otra cara de la moneda es que, indefectiblemente, la exposición al amianto lleva aparejada una carga de enfermedad; fundamentalmente, patologías de carácter respiratorio [fibrosis pulmonar difusa] y oncológico [carcinoma de pulmón y tumor de mesotelio]», señaló Menéndez-Navarro.
Hasta mediados de los setenta no hubo consenso internacional sobre los riesgos cancerígenos del amianto. Una vez quedó establecido que no había dosis seguras de exposición para los trabajadores, la industria desarrolló la estrategia de generar incertidumbre científica. Así, alegó que el problema estaba en el amianto azul y dejaba fuera el amianto blanco, que era el más usado.
En España, las alarmas internacionales sobre el riesgo cancerígeno del amianto no se tradujeron en la realización de estudios específicos por parte de la administración ni de las empresas del sector. Tan sólo se realizaron estudios de incidencia en provincias como Barcelona, con una alta concentración de expuestos, o en sectores como el fibrocemento o la construcción naval. Estudios que, dadas las limitaciones de su diseño, arrojaron tasas muy bajas de afectación. Un caso singular fue la provincia de Vizcaya, donde la figura del doctor Luis López-Areal del Amo fue determinante para estimular el reconocimiento de los afectados por asbestosis como enfermos laborales.
DE LA FÁBRICA A LA CALLE
A pesar de la poca repercusión del tema en España, la situación cambia a mediados de los setenta, coincidiendo con el final del régimen franquista y, según Menéndez-Navarro «con el peso que los grupos sindicales le dieron al problema del amianto». La batalla que presentan los sindicatos, inspiradas en el movimiento obrero italiano, plantea el abordaje global de los factores de riesgo. De ese modo, amplían la necesidad de considerar no sólo a los trabajadores sino a sus familias y los entornos laborales. El problema ya no es un tema de las fábricas sino que sale a la calle.
A partir de los 80, los medios de comunicación incorporan esa dimensión ambiental al riesgo laboral. Las noticias que Alfredo Menéndez-Navarro ha analizado en algunos medios como ABC, El País, La Vanguardia o la revista Interviú «enfatizan los riesgos no sólo para los trabajadores, sino para la población en general».
Esta apuesta por la dimensión ambiental de los sindicatos, junto con el eco que encuentra en la prensa y la normativa de 1984 sobre Trabajos de Riesgo con amianto, tiene el efecto de minimizar los riesgos laborales de la exposición al material. A pesar de todo, Menéndez-Navarro considera que el amianto «ha sido un poderoso agente de concienciación social en torno al impacto ambiental de la actividad industrial».
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