Rafa Pillado se crio en una bodega junto al castillo de San Felipe. Su padre estaba encarcelado en la fortaleza ferrolana por su lucha antifranquista. Y su madre vendía a la entrada flores que cogía por el monte, para mantener al pequeño Rafael. «A miña nai deixou de comer para que eu comera», recordaba él en una entrevista. El sindicalista fue fundador de CC.OO. en Galicia, dirigente del Partido Comunista y encarcelado cuatro años por los hechos de 1972. Entró a trabajar en los astilleros con 15 años y acabó devorado por el amianto, como tantos compañeros del metal. Murió en febrero por culpa de este material cancerígeno, como reconocieron tanto en Navantia como en Izar (empresas a las que había denunciado para pedir la enfermedad profesional). Pero ocho meses después de solicitarla, su viuda Pilar Otero aún no tiene la pensión de viudedad. «Él luchó toda su vida pero vemos que cayó en saco roto», se lamenta su familia.
Batallador incansable por los derechos de los trabajadores, hasta acabar en prisión, «fue un referente para toda la ciudad y sobre todo para nosotras», indican sus hijas Emma y Susana. Su mujer Pilar, muy afectada por el fallecimiento de su marido, prefiere que sean las chicas las que hablen en este encuentro en la casa familiar. Rafael Pillado Lista falleció el 20 de febrero del 2023, y su viuda solicitó la pensión de viudedad el 10 de marzo. En junio, volvió a reclamarla ya asesorada por abogados y sigue sin recibirla. La familia presentó una queja ante el Defensor del Pueblo hace quince días. Los abogados que llevan este asunto indican que una pensión de viudedad por enfermedad profesional (como sería aquí) puede tardar más que por enfermedad común, pero mientras tanto a la viuda se le suele reconocer la común para que cobre. En este caso, no fue así. «Sentimos impotencia porque ya pasaron ocho meses desde que se solicitó, es injusto», indican las hijas.
Enfermedad profesional
Emma y Susana recuerdan que el procedimiento iniciado por su padre en vida para que se le reconociese la enfermedad profesional «caducó con su fallecimiento». Pero las empresas (Izar, actual Navantia) «asumieron que esa muerte fue por el mesotelioma derivado del contacto con el amianto, abonando indemnizaciones por daños y perjuicios». Por este motivo, la familia recalca que «la tardanza del Instituto Nacional de Seguridad Social puede ser porque saben que es enfermedad profesional, pero mientras tanto nuestra madre no puede estar con cero ingresos».
Las hijas de Pillado destacan que «él siempre pensó en los demás, era un hombre único, muy especial, con una fuerza innata». Su marcha se nota «a nivel familiar, político, de la asociación Fuco Buxán de la que era directivo, entre los amigos que continúan muy tristes». El duelo se vive en su entorno, agravado en el caso de la viuda al carecer de pensión.
Destaca Emma que quieren sobre todo que se reconozca el derecho de su madre, «que queda a merced de lo que sea y es injusto». «En el INSS nos han dicho que está pendiente de calificarse como enfermedad profesional, vamos, que está parado», explican. La viuda de Rafa, Pilar Otero, se siente así «desamparada, cuando se va a cumplir un año del fallecimiento».
Cuando intentan rememorar la figura de Pillado, se emocionan y no les salen las palabras, aunque sus fotos y sus libros están por todas las esquinas del salón. La nieta, Martina, de 8 años, le escribió dibujos con un corazón: «Te quiero, abuelo». Y estuvo a su lado hasta el final: «Él me dijo que cuando fuese mayor me quedaría con todos los libros de su biblioteca, y ahora lo veo en los vídeos y en las fotos». Susana agradece los gestos de cariño que siguen recibiendo: «Estamos en pleno duelo y la sensación es de que mi padre aún no se fue... Vemos las fotos y es un choque de realidad». Sobre todo en esta casa se respira «el orgullo tremendo» por el legado que les ha dejado, por los valores. La familia también aguarda con ilusión a que la avenida do Mar en Caranza lleve el nombre de Rafael Pillado, tal y como se aprobó en pleno.
Nacido en San Cibrao (Cervo) en 1942, Rafael Pillado marchó con su madre en bus con una maleta a Ferrol cuando su padre estaba encarcelado como militante comunista. El propio Rafa ingresaría en 1960 en el Partido Comunista Español, desde la clandestinidad. Dentro de los astilleros, fue el impulsor de CC.OO. en Galicia. Y cuando los trabajadores salieron a la calle por un convenio colectivo y contra los despidos en 1972, él fue uno de los que pagó aquella lucha con la cárcel. En aquel marzo del 72, murieron Amador Rey y Daniel Niebla bajo balas de la policía franquista. Pero el amianto también mataría con el paso de las décadas a dirigentes sindicalistas como José María Riobó, Manuel Amor y finalmente Pillado.
En febrero se marchaba todo un referente para Ferrol. Pero para su familia se iba «un pilar enorme, era irrepetible».
Fuente: www.lavozdegalicia.es
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