Esta semana se ha publicado la última evaluación de cancerígenos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que concluye que ingerir bebidas muy calientes probablemente cause cáncer. Probablemente corresponde a la segunda categoría más alta de evidencias de cancerígenos y significa que, aunque las evidencias no son totalmente concluyentes, hay una probabilidad muy alta de que dichas exposiciones (bebidas a alta temperatura en este caso) provoquen un aumento del riesgo de cáncer de esófago. En la evaluación se clarifica que lo importante es la temperatura y no tanto el tipo de bebida, por ejemplo café o mate.
En la noticia publicada ayer en EL PAÍS se incluyen unas declaraciones muy desafortunadas que acusan a la IARC [la agencia responsable del informe] de crear cierta alarma injustificada y proponen unas recomendaciones que están muy lejos de una actitud proactiva para la prevención del cáncer. En primer lugar, conviene recordar que más de la mitad de los casos de cáncer se podrían prevenir si aplicásemos lo que ya sabemos y si no logramos prevenirlos es precisamente por este tipo de actitudes complacientes.
Uno de los argumentos más frecuentes después las evaluaciones de cancerígenos de la IARC es el esto no nos afecta, esto es cosa de otros. Decir que un cancerígeno no afecta a los ciudadanos de un país concreto porque allí no se han hecho estudios de dicho cancerígeno es poco científico. Hay diferencias genéticas entre poblaciones que pueden afectar al grado de respuesta (por ejemplo, efectos quizás más pronunciados del alcohol en la población japonesa), pero no hay ni un cancerígeno establecido que no produzca cáncer en todos los rincones del mundo. El argumento de la particularidad es el que muchas veces pronuncian la industria o los gobiernos para no regular la exposición a cancerígenos. ¡Rusia ha pedido estudios en su población para aceptar que el amianto es cancerígeno para los rusos! Es absolutamente imposible que las fibras de crisotilo (un tipo de amianto) no produzcan cáncer en Rusia, cuando esto ha sido ya establecido en numerosos estudios en el mundo. Mientras tanto, no se toman medidas para prevenir la exposición.
Es verdad que aquí hay pocas personas que tomen mate o té a temperaturas de más de 65 grados. Es razonable que, en consecuencia, en España no vayan a aparecer muchos casos de cáncer de esófago debidos a esta exposición . Pero un ciudadano español no es más inmune a esta exposición que un ciudadano de Argentina, por ejemplo. A igual exposición, igual riesgo. Lo que falta en España es hacer los deberes después de tener las evaluaciones de la OMS. ¿Cómo se va a aplicar esta evaluación aquí? ¿Cuántos casos podemos esperar que aparezcan? ¿Qué tenemos que hacer para prevenirlos? En eso consiste la salud pública y no en negar las evidencias científicas.
Una de las críticas hacia la IARC vertidas en el artículo de ayer es que informando sobre riesgos, ya sean por ingesta de carne roja, bebidas a alta temperatura o exposición a humo pasivo, "la gente acaba con una información masiva sobre muchas conductas y productos que pueden aumentar el riesgo de cáncer y que crean cierta alarma injustificada. Es cierto que quizá exista un problema de saturación de estudios de investigadores individuales en la prensa. Pero las evaluaciones de la IARC son la síntesis más valida y prestigiosa que tenemos como comunidad científica a nivel mundial sobre la identificación de las causas del cáncer. En este caso, no se trataba de un estudio individual, sino de la evidencia generada a través de más de mil estudios. En este contexto hablar de alarma injustificada es difícil de entender. Como sería difícil entender que la OMS no informase a los ciudadanos sobre las causas de las enfermedades. Si la IARC no hace esto, ¿quién lo va a hacer? De hecho, científicos y agencias de salud han expresado reiteradamente su deseo de disponer de agencias como la IARC para otras enfermedades. Tanto los ciudadanos como los gobiernos tienen que ser informados. Menospreciar o minimizar las evidencias y poner en cuestión las instituciones que las evalúan puede causar cáncer.
Fuente: www.elpais.com
http://elpais.com/elpais/2016/06/16/ciencia/1466072563_271724.html