El reconocido ecologista Paco Puche retoma su colaboración con EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com una temporada más, y lo hace con un extenso artículo en el que el autor combate uno a uno los argumentos más utilizados por los políticos para evitar afrontar uno de los problemas sanitarios y medioambientales más importantes de estos últimos años: el amianto.
PUCHE recuerda que la industria del amianto del siglo XX ha sido calificada como genocidio y que la ciudadanía debe tomar conciencia de la gravedad de este problema.
Cómo los políticos se justifican para dejar el amianto en su sitio y para tranquilizar a la población acerca de su peligrosidad
UNA vez prohibido el amianto (las uralitas) en España, en 2002, no ha quedado resulto el problema de la contaminación por este mineral, ni mucho menos.
AL revés, ahora es mucho más peligroso porque todo el mundo cree que
se acabó la rabia y nadie toma la menor precaución en su manejo y con su coexistencia. Porque tenemos amianto en cada rincón de nuestras vidas y la mayor parte del instalado a lo largo del siglo XX sigue en su sitio. O sea, existen más de dos millones de toneladas de amianto o en estado puro o mezclado con cemento (fibrocemento), y están en nuestras casas, en las tuberías de agua potable que nos sirven, en los trenes, en los barcos, en los aviones, en los coches y en un largo etcétera de productos.
CADA vez que derribamos un edificio, o hacemos una reparación en una tubería, o desamiantamos un buque, el amianto acompaña a los trabajadores que lo hacen. Y cada vez que hay un incendio en donde hay uralitas, cada vez que nos visita un tornado, o los vientos son importantes o se produce un seísmo, las uralitas sueltan todo su potencial fibroso al aire, billones (sic) de fibrillas, que terminan llegando a nuestros pulmones.
NO tenemos que estar tranquilos, como no lo están los trabajadores que se expusieron en sus trabajos al mineral hace ya 20, 30 o cuarenta años y es ahora cuando afloran los primeros síntomas de enfermedades, algunas de ellas especialmente graves como el mesotelioma. Así, en la tranquilidad de hoy se incuba el dolor de mañana que no terminaremos de poder explicarnos.
LOS políticos tratan de ignorar estos extremos, y cuando surge un problema (los hay todos los días) se agarran a unos cuantos argumentos tendentes todos ellos a minimizar el peligro o a justificar su inacción o su mal comportamiento al respecto. He aquí algunos de los tópicos que manejan los políticos y la administración, y cómo desmontarlos
Fuente: www.revistaelobservador.com
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