Ctualquier obra de aislamiento, incluidas las destinadas a reducir el consumo de energía, puede afectar negativamente a la calidad del aire del interior de las viviendas si no se diseña la ventilación adecuada. La OMS estima que el 30% de los edificios existentes, en los que pasamos el 80% de nuestro tiempo, están enfermos.
En primer lugar, debemos cuidar el aire interior de la vivienda mediante la ventilación necesaria; mecánica o diez minutos diarios de ventilación natural, evitando la pérdida de calor. Por otra parte, y dado que la calidad del aire interior viene determinada fundamentalmente por la humedad relativa y por la temperatura, conviene evitar las concentraciones excesivas de agentes patógenos químicos --gases y partículas de combustión-- que generan nauseas, fatigas y enfermedades respiratorias y del corazón, biológicos --cabellos, materias en descomposición, hongos y polvo...-- que provocan alergias, tuberculosis, enfermedades respiratorias..., físicos --electromagnetismo-- que propician enfermedades musculares, o minerales --plomo, magnesio, cromo, amianto...-- que inciden en el malestar intestinal, estreñimiento, anorexia, deficiencias de aprendizaje, pérdida de audición, problemas cardiacos, etc...
En un reciente estudio de James Milner, publicado por el British Medical Journal, del que se ha hecho eco la web inarquia.es , se afirma que la rehabilitación energética mal diseñada, con sistemas de ventilación deficientes, puede incrementar los niveles de radón en un 56,6%. El radón es un gas radioactivo procedente del suelo y que se introduce en las viviendas a través de cualquier poro o fisura. Su inhalación en concentraciones altas provoca daños pulmonares, llegando a ser considerado en USA como la segunda causa de cáncer de pulmón.
PUEDE entenderse una buena calidad de aire interior cuando la vivienda carece de humedades por condensación, olores y polvo. Previo a la rehabilitación, conviene hacer un análisis de las concentraciones de dióxido de carbono y bacterias, humedad relativa, temperatura, ventilación, sistemas de climatización, materiales de construcción y --muy importante-- posibles patologías generalizadas entre los ocupantes de las viviendas. De este análisis solo puede encargarse un agente rehabilitador especializado quien, una vez obtenidos los resultados, redacte un proyecto integral para ejecutar la obra, solucionando los problemas de aislamiento y ventilación, siempre a un precio adecuado.
La legislación española sólo contempla la calidad del aire interior en unos pocos factores - concentraciones de CO2 en centros de trabajo, prohibición de utilización de amianto en construcción... No obstante, los técnicos españoles reciben la formación suficiente para atender esas y las otras demandas. Desde hace años, en Estados Unidos y otros países de nuestro entorno, se analizan las patologías más frecuentes en los usuarios de las viviendas, identificando las fuentes. Esto es particularmente útil en los centros de trabajo para mejorar la calidad de vida de sus usuarios, mejorando además la productividad.
El técnico puede garantizar una rehabilitación energética de calidad, con el menor coste y ejecutada en el menor tiempo, advirtiendo de esos posibles imprevistos que, posteriormente, puedan invalidarla o incrementar los gastos.
Fuente: www.elperiodicoextremadura.com
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