En ocasiones, las cosas bonitas son las más venenosas. Es algo que ocurre constantemente en la naturaleza y que podemos ver en plantas o animales, pero también pasa con los minerales. La crocidolita, fenaquita o fluorita son preciosos, pero también algunos de los minerales más peligrosos que existen. En algunos casos, los hemos utilizado para todo tipo de cosas durante milenios hasta que se ha demostrado que eran peligrosos y potencialmente mortales.
Es el caso del amianto, pero también de un precioso mineral llamado cinabrio, que es muy escaso, ha fascinado a decenas de civilizaciones y cuyo principal fuente durante siglos fue una mina en un pequeño pueblo de Ciudad Real.
Volcanes. Este mineral está presente en zonas de circulación hidrotermal. Se trata de lugares que están cerca de fuentes de calor dentro de la corteza terrestre y, a menudo, cerca de la actividad volcánica. Debido a las presiones y la temperatura, se generan los depósitos de minerales hidrotermales, siendo el cinabrio uno de estos minerales. Se trata de un mineral cuya apariencia es fascinante, ya que es similar al cuarzo, pero posee una especie de venas de un color entre rojo y púrpura que tiene un tono intenso y hacer que parezca que la piedra sangra.
Es sencillo triturarlo para convertirlo en polvo, pero algo más interesante que su potencial como pintura es algo escondido en su propia composición: es un 15% azufre y un 85% mercurio. La humanidad ha tenido una relación de amor/odio con el mercurio, pero antes de saber siquiera que existía, el cinabrio ya era de utilidad para los artistas de hace unos 10.000 años.
Almadén. Una de las fuentes más importantes de cinabrio a nivel mundial está en España, en un pueblo al suroeste de Ciudad Real llamado Almadén. En esta zona, hace unos 430 millones de años, la cuarcita del subsuelo se depositó bajo el mar, pero también empezó una intensa actividad volcánica con un magma rico en mercurio y azufre que atravesó ese fondo marino de cuarcitas, provocando una reacción hidrotermal que creó un nuevo mineral: el cinabrio.
Durante cientos de años se explotó la mina de Almadén, que es la reserva más importante a nivel mundial de este mineral y, por tanto, también la mayor reserva mundial de mercurio. La mina cerró en 2001 y cesó toda la actividad industrial asociada en 2003, pero hasta entonces, se estima que un tercio del mercurio utilizado a nivel mundial se extrajo de esta mina. Y, en parte, por mineros que estaban obligados a hacerlo, pero ya volveremos a esto más adelante.
Grafitis y cosméticos. Esa facilidad para machacar el cinabrio y obtener un pigmento con un color que puede ir del rojo bermellón al naranja ladrillo cautivó a los artistas. Así, el polvo de cinabrio fue utilizado para decorar paredes con escenas de caza, pero también ha sido utilizado en elementos como la cerámica china de hace 7.000 años, tinte para joyas de la Edad de Hierro en la Península Ibérica, murales en la Pompeya del siglo I o máscaras funerarias peruanas de hace unos 1.100 años.
Ha tenido otros muchos usos a lo largo de la historia, perfeccionando su potencial como pigmento en cuadros renacentistas, empleándose para conservar restos en las cámaras funerarias de nobles y reyes y como pinturas faciales en algunos rituales, para teñir telas o como simples cosméticos. Un colorete, vaya.
Plata líquida. Algo que descubrieron es que, machacando el cinabrio en un mortero y algo de vinagre, se obtiene plata líquida. Esa plata líquida es el mercurio, pero si además se calentaba el mineral, el mercurio escapaba para convertirse en mercurio líquido. Y con el mercurio como tal, empezaron a elaborar toda clase de medicamentos y elixires. Hay varias decenas de medicinas tradicionales que contienen cinabrio y se ha utilizado como diurético, desinfectante, laxante, se creía que podía usarse para tratar la sífilis y hasta como remedio dental… hasta que se descubrió que era tóxico.
Pero bueno, durante siglos, el cinabrio y el mercurio se utilizaron sin ningún tipo de control debido a que no se conocían los aspectos negativos no sólo por ingestión, sino por el contacto o los gases que se pueden producir y, además, era algo que tenía cierta mística. Ya hemos contado que, al calentarlo, el mercurio escapaba del cinabrio para convertirse en mercurio líquido, esa plata líquida. Pero si ese mercurio se calentaba junto a sulfuro, se podía volver a producir cinabrio. Era un ciclo inexplicable para los alquimistas, por lo que le confirieron poderes especiales. En algunas culturas se creía que prolongaba la vida y podía ser consumido para adquirir inmortalidad.
Utensilios para dar y tomar. Aparte de cosméticos, pinturas y los usos medicinales, el mercurio fue usado por los romanos como una forma de purificar el oro (el oro se hunde en el mercurio), pero mucho más recientemente, hemos tenido multitud de herramientas y utensilios que funcionan gracias al mercurio. Por ejemplo, se fabricaron interruptores, manómetros, como señuelo para la pesca, en barómetros, termómetros, refrigerante en reactores nucleares y hasta como baterías y motores.
También fue empleado para realizar daguerrotipos y como juguetes. Si has tenido algo de mercurio cerca, sabrás que tiene una densidad muy característica y se mueve de una forma peculiar. Casi parece un líquido hecho por ordenador, como el T-1000 de 'Terminator 2', y uno de los juguetes que se desarrollaron consistía en guiar una bolita de mercurio a través de un laberinto.
Tóxico. Muchos de los usos tradicionales del mercurio han quedado desfasados debido a su toxicidad. Ingerirlo es una locura, pero además el mercurio puede ser absorbido por los poros de la piel, así como se pueden inhalar sus vapores. Es tan tóxico que, por ejemplo, si hay un derrame de mercurio, existe un protocolo para esparcir azufre y cinc que se unen al mercurio de forma natural a temperatura ambiente para poder recogerlo de manera adecuada. De hecho, si entra en contacto con una tela, lo mejor es… tirarla. Y entre la variedad de problemas que ocasiona en el organismo, tenemos el daño al sistema nervioso central y a los riñones. También produce ataxia, alteración sensorial, parálisis y muerte.
Debido a todo esto, el uso a gran escala se detuvo en la década de 1960, pero se sigue utilizando a pequeña escala y, a veces, de forma clandestina para separar el oro, entre otros usos residuales, pero que son peligrosos. Y hemos hablado de que es tóxico para nosotros, pero también por el medio ambiente, ya que existen residuos en piezas de coches, baterías, productos médicos o termómetros que no se tratan adecuadamente y ese mercurio acaba en la naturaleza.
Muertes y deformaciones. Que el mercurio acabe en la naturaleza tiene un impacto en el medio, tanto es así que, en la década de 1950 se dio un episodio extremadamente severo de algo que se denominó 'enfermedad de Minamata'. Debido a un desastre industrial en la bahía de Minamata, Japón, (se vertieron a la bahía 81 toneladas de mercurio), más de 3.000 personas sufrieron deformidades, intoxicación y hasta la muerte. En algunas comunidades de Querétaro, en México, se han descubierto rastros de mercurio en los alimentos y agua con niveles de contaminación que superan en un 1.000% lo permitido.
Y… ¿recuerdas que antes dijimos que volveríamos a Almadén? En 1525, Almadén necesitaba mano de obra para explotar la mina y se llegó a un acuerdo para que ciertos condenados a la pena de galeras se trasladaran a la mina. Básicamente, eran prisioneros condenados a trabajos forzados y esclavos de las colonias, pero también se condenaron a hombres gitanos. Los prisioneros trabajaron junto a los mineros libres, pero los primeros realizaban las tareas más duras, por lo que enfermaban más.
En 1799 se dictaminó que se acabarían los trabajos forzosos en la mina y la cárcel pasó a ser una prisión provincial, un almacén y, posteriormente, se demolió para crear la actual Escuela de Ingeniería Minera e Industrial de Almadén. Hoy, sigue quedando mucho cinabrio en Almadén y en otras partes del mundo, pero al menos en la mina española, se acabó la explotación.
Fuente: www.xataka.com
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