Las plataformas de internet como Change.org, son algunas de las opciones de Ana Cecilia Niño para hacerse oír y cambiar la historia de Colombia, uno de los países que aún no prohibe el uso del asbesto, a pesar de que 56 naciones lo han hecho, acogiéndose a la amplia normatividad que existe, desde la Organización Mundial de la Salud y la OIT, así como la evidencia científica de que es cancerígeno.
En febrero de 2014, Ana Cecilia se enteró de que padecía un tipo de cáncer muy específico, denominado mesotelioma pleural, que sucede por exposición a las fibras de asbesto, un mineral de amplio uso en la industria, especialmente de la construcción.
Cuando el cirujano del tórax le preguntó si había tenido contacto con el asbesto, ella indicó que no. En ese barrio donde viví hasta los 17 años, (Pablo Neruda, cerca a Sibaté, en Cundinamarca, Bogotá) la fábrica de Eternit arrojaba sus desechos en la laguna del Muña. Las calles del barrio se llenaban de un polvo por esos desechos con los que se levantaban las calles, jugábamos a las escondidas entre los tubos rotos que dejaba la fábrica. El médico me explicó que esos desechos contenían un elemento llamado asbesto, me dijo que él tenía muchos pacientes de esa zona, algunos vivos, otros no, que también padecieron mesoteliomas.
Uno de los principales problemas es que los síntomas no ocurren luego de la exposición al material, sino que tarda hasta 40 años en manifestarse. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la actualidad, 125 millones de personas en el mundo están expuestas al asbesto en su lugar de trabajo. Es uno de los carcinógenos ocupacionales más importante: todos los años fallecen más de 107.000 personas por cáncer de pulmón, mesoteliomas (o cánceres de las membranas pulmonares) y asbestosis provocados por esta exposición laboral.
En 1989, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés), emitió una normatividad sobre control de sustancias tóxicas que prohíbe buena parte de los productos que contienen asbesto. La toxicidad depende de la dosis, tipo y dimensión de la fibra de asbesto. El mayor problema está en la manipulación de las piezas que contienen el mineral.
Ana Cecilia, con 39 años, es comunicadora social, tiene una hija de dos años y ha decidido contar su historia con determinación y conseguir 8.500 firmas a través de una de las tantas plataformas digitales que existen en internet, Change.org, con el fin de lograr la prohibición del asbesto en el país. Mucha gente muere sin saber que tiene, sigue en fisioterapias, o convencida de que su estrés la tiene con un espasmo muscular muy fuerte, tomando medicamentos para el dolor porque nuestro sistema de salud es muy malo.
No es la única persona que se ha enterado tarde en su vida de los riesgos de una exposición temprana en sus vidas a un agente tóxico. El abogado Guillermo Cáez adelanta en la actualidad una acción de grupo contra Eternit, en la que se contabilizan más de 20 casos de personas que han sido afectadas por la exposición. Su ambición es que la industria cree un fondo para ayudar con los costos de enfermedades como mesotelioma y asbestosis, de las que tan solo a mediados de 2014, el Ministerio de Trabajo incluyó en la tabla de enfermedades laborales.
La intención de esta oficina de abogados y de la petición en Change, así como de todas las víctimas es movilizar al Congreso de la República para que sancione una ley que prohiba el uso del asbesto, en todas sus variedades, incluso el crisotilo, del que se asegura que con un uso controlado no es peligroso. No obstante, la convención 162 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha dicho que mientras exista sustituto, que sí lo hay, el asbesto debe ser prohibido.
Fuente: www.elcolombiano.com
http://www.elcolombiano.com/piden-prohibir-el-asbesto-en-colombia-ND2566492