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Amianto por un tubo

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En Comisiones Obreras nos planteamos los problemas del amianto a finales de los setenta, especialmente en relación con los trabajadores de la industria del fibrocemento, la conocida Uralita. Entonces, la pelea se centró en denunciar la su nocividad, adelantándose a la comunidad científica del momento; mientras, en España se intentaban minimizar sus efectos nocivos. La presión sindical y la evidencia de las enfermedades originadas por el amianto hizo que se adoptaran medidas técnicas, organizativas y sanitarias. Desde entonces llevamos más de cuatro décadas denunciando los problemas de este material, reivindicando condiciones de trabajo que eliminen el riesgo. Hoy ponemos el visor sobre los tubos de fibrocemento que existen en las distintas redes de distribución de agua. Es importante que Sagunto sepa cuántos kilómetros de tuberías de fibrocemento tiene en su red de aguas, pero más importante es sustituirlo. El Ayuntamiento debería realizar un estudio que determinara con exactitud el lugar donde se encuentran las conducciones de fibrocemento existentes; este debería ser el inicio para su definitiva eliminación. La Unión Europea prohíbe el uso y comercialización de tubos de cemento y amianto por su potencial peligrosidad, que crece con el tiempo. La presencia de conductores de fibrocemento en la red municipal de aguas es inquietante pues bebemos o cocinamos de ahí. El estudio que debe realizar tendría que ser prioritario, y puede que no haya ningún otro peligro potencial como este en el pueblo. Puede que algunas personas piensen que el peligro se notaría o se vería al beber agua, pero no es así. Si la sección transversal de un cabello humano es de 80 por 115 micras -dimensiones invisibles para el ojo humano por lo hay que utilizar un microscopio especial-, las fibras de amianto aún son menores: 5 micras de largo por 3 micras de diámetro. Así pues, el peligro es invisible al ojo humano. También nos podemos encontrar con opiniones que dicen que este peligro "no es para tanto" porque las fibras no se sueltan así como así al paso del agua por esas tuberías de fibrocemento, casi dando a entender que es inalterable. Es un error grave de desconocimiento del medio además de una opinión peligrosa que puede inducir a otras personas a no dar la importancia que realmente tiene como peligro para la salud, porque cada vez que se abre el grifo para tomar agua es como si compráramos números de lotería: cuanto más se usa, más posibilidades tenemos que nos toque una fibra de amianto. En contra de la supuesta inalterabilidad del fibrocemento (condición que se presume casi permanente para este material si no se le sometiera a una agresión mecánica), lo cierto es que las fibras de amianto se liberan del cemento por una serie de factores que nada tienen que ver con intervenciones o actuaciones humanas: la erosión continuada a lo largo de decenas de años de servicio; la hidrólisis-lixiviación del cemento; por la agresión de diversos factores físico-químicos, etc. Así, el conducto de fibrocemento, a lo largo de los años, va perdiendo paulatinamente sección (hasta 8 mm en 40 años de servicio (nota *1). La consecuencia directa de este irrefutable hecho, es que las fibras de amianto así liberadas pasan, de forma continuada, a las aguas pluviales, residuales, o potables. Por tanto, en este último caso, al agua que puede llegar hasta nuestros grifos. En el informe de la OMS “Asbestos in Drinking-water”, se encontraron concentraciones mínimas aproximadas de 0.1 Millones de Fibras por Litro (MFL) en el agua que sale por el grifo. Cuando se trata de tuberías de amianto-cemento, empleadas en el alcantarillado de aguas fecales, diversos procesos, entre los que se incluye el generado por bacterias productoras de ácido sulfúrico, el deterioro es más rápido. El mencionado ácido ataca selectivamente al componente “cemento” de la tubería, permitiendo la liberación de las fibras del asbesto, que, en cambio, no resultan alteradas, habida cuenta de que, precisamente, la resistencia a los ácidos fuertes es una de las cualidades apreciadas en su momento, a la hora de identificar las aplicaciones industriales de los amiantos. (nota*2) El Ayuntamiento de Sagunto, que se sepa, aún no se ha puesto con el asunto del fibrocemento y no ha encargado ni está realizando el estudio detallado de todas los kilómetros de conducciones de fibrocemento existentes, ni en edificios públicos, ni en el pueblo en general, cuando una de sus prioridades debería ser acabar con el amianto, mineral que fue prohibido desde el año 2002. Desde la perspectiva laboral siempre hemos pensado, en general, que existe un pacto de silencio vergonzoso para que la sociedad piense que este gravísimo problema no existe, que una vez prohibido el amianto ya no pasa nada, que todo está solucionado. Por contra, la información científica disponible prevé que las consecuencias del amianto se extenderán hasta más allá del año 2030 y durante este periodo seguiremos acumulando compañeros y compañeras que enfermarán y morirán. Esta es nuestra experiencia y por ello instamos a eliminar todo el amianto del pueblo para salvaguardar nuestra salud y la de los nuestros en casa. No hacer nada con el fibrocemento es irresponsable y nocivo, perjudicando a toda la ciudadanía ya que puede causar daños a la salud y el medio ambiente. Por tanto, en lo que todos deberíamos coincidir es en la conveniencia de sustituir las tuberías de fibrocemento por otras de materiales inocuos. La tarea puede ser de larga duración, pero todo empieza por conocer cuánto y dónde tenemos el fibrocemento en el pueblo. El Ayuntamiento de Sagunto debe de manera prioritaria tomar las medidas necesarias, suficientes y adecuadas, para eliminar las tuberías de fibrocemento de las redes públicas de agua potable, alcantarillado, riego y drenaje. Hasta ahora ningún partido político ha mostrado su crítica por no haberse dado pasos para retirar el amianto, aun conociendo su existencia en el pueblo y bien podrían aprobar en el pleno el compromiso para eliminarlo. No queremos estar cuarenta años más esperando que las autoridades locales se conciencien. Fuente: www.eleconomico.es https://eleconomico.es/opinion-1/articulos-de-opinion/128376-amianto-por-un-tubo

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