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Amianto en Metro. El problema de los usuarios

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El caso de los usuarios y usuarias del Metro de Madrid La moderna conspiración del silencio (la antigua era el negacionismo puro) consiste en negar por activa y por pasiva que el amianto instalado, si no se maneja o solivianta, no es perjudicial para la salud. En el caso del Metro, leemos continuamente este mantra, en su versión adaptada, que expresan así: “(Los responsables) del Metro aseguran que no existe ningún riesgo de exposición a este material para los viajeros”. Ya hemos visto que todo tipo de amianto y cualquiera dosis son peligrosas. También, podemos afirmar que todo el amianto es friable, en el sentido de que es una fuente constante de mayor o menor desprendimiento de fibras invisibles. Y, por último, la mayor o menor friabilidad depende del estado y del tiempo de vida útil, que en tratándose de fibrocemento no debe sobrepasar los 35 años, según establece el INSHTiii (en otras formas de presentación puede llegar hasta los 40 años). En todo caso, la mayor parte del amianto instalado tiene más de esas fechas, y está legalmente abocado a la eliminación por retirada del mismo en poco tiempo. Dice la Orden de prohibición de 7 de diciembre de 2001 ”que se prohíbe la comercialización y utilización de estas fibras (…) y que el instalado antes de entrada en vigor de la presente Orden, seguirá estando permitido hasta su eliminación o el fin de su vida útil”. La ley prohíbe su abandono en el lugar instalado. Por ejemplo, en el caso de los frenos y otros dispositivos de fricción, la postura, de nuevo, del INSHT es muy clara. Sostiene que: “Entre los elementos de los vehículos (ligeros o pesados) que actúan por fricción se encuentran las pastillas de freno, zapatas de freno y discos de embrague. El componente fibroso utilizado tradicionalmente casi de forma exclusiva ha sido la variedad de amianto crisotilo. “Cuando el material conteniendo amianto entra en fricción, o es sometido a abrasión -por ejemplo, durante un proceso de rectificado-, puede producirse la liberación de fibras microscópicas respirables, que representan un riesgo potencial para la salud al ser inhaladas. El carácter fibroso de estos minerales se mantiene aun cuando actuemos sobre ellos con el fin de disminuir el tamaño de las partículas o destruir las fibras; el resultado es la aparición de fibras más pequeñas, a veces no visibles al microscopio óptico (submicroscópicas) o, por fractura de éstas, microfibras, que requieren para su observación técnicas microscópicas de alta resolución (microscopía electrónica de transmisión)”iv. El amianto lleva instalado en el Metro subterráneo de Madrid muchos años, más de 50 probablemente. Unos materiales que contienen amianto friable (desmenuzable), unos más que otros, pero todos, son, y han sido, una fuente permanente de desprendimiento de fibras o fibrillas invisibles, que requieren para ser vistas observarlas por microscopía electrónica de barrido, que es un tipo de instrumento que puede aumentar la imagen de un objeto hasta un millón de veces. En todo ese tiempo, los elementos más o menos friables han ido desprendiendo fibras invisibles y patológicas, y que tratándose de unas instalaciones subterráneas que llegan a alcanzar hasta 50 metros de profundidad (caso de Cuatro Caminos), tienen complicado la expulsión de estas fibras al exterior. Las que van quedando están sometidas a continuas agitaciones y levantamientos con el paso de los convoyes. Se trasladan al aire del ambiente que respiran los viajeros. En la actualidad, los usos del Metro de Madrid son de 50 millones de visitas al mes. En un año suman 600 millones de actos de exposición a diferentes viajeros. Alguna de esas dosis mínimas terminarán haciendo su fatal efecto. Pero como se ha negado la mayor (que no hay que preocuparse de los usuarios), en los planes de desamiantado de las distintas partes afectadas por amianto, que son muchas, no se ha previsto ninguna actuación para preservar la salud pública de los usuariosv. Es un grave error porque el amianto, que es eterno y que no se ha eliminado con el paso del tiempo y de los sistemas de ventilación ordinarios, seguirá haciendo de las suyas si no se elimina. El gerente del Metro de Madrid, se defendía diciendo que “la sola presencia no supone un "riesgo para nadie", sino "solo" cuando una manipulación provoca su "inhalación". Es el caso. Por tanto, en el proceso de desamiantado seguro, hay que proceder de manera preferente, segura y urgente a elaborar un plan de limpieza de todas las estaciones y lugares de uso de los viajeros. Doctores tiene la prevención, pero uno de los sistemas a emplear es la que consiste en usar unos extractores potentes con filtros adecuados propios para eliminar el amianto. Cuarta Tesis: el asunto del amianto en España, y en el Metro, se ha tratado de silenciar primero (es la conspiración entre las grandes y pocas empresas concernidas, las administraciones y los colaboradores necesarios, incluidos los “avinos” y “ashokos”vi), y en la actualidad se trata de minimizar el número de afectados (con infradiagnósticos, infrarregistros e infrarreconocimientos) y los daños potenciales. Continúa a toda costa la conspiración del silencio de los responsables. Tesis conclusiva: En el caso del metro de Madrid, al tener todos los responsables políticos conocimiento de la clasificación oficial de la IARC desde 1977, según hemos visto en la tesis primera, al menos los Presidentes/as de la Comunidad de Madrid de los últimos años tienen presuntas responsabilidades penales por un delito contra la salud pública. ...... Fuente: www.rebelion.org https://www.rebelion.org/noticia.php?id=241944

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