Las lesiones pulmonares no incapacitantes que se han diagnosticado a 12 empleados del metro de Barcelona han ahondado en la desconfianza de los sindicatos con la dirección de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB). Ante los efectos de la sustancia tóxica, la firma pública ha enfatizado que no se trata de patologías graves. Por el contrario, UGT, CGT y CCOO acusan a TMB de camuflar un problema de salud, y han exigido que los controles médicos se extiendan a toda la plantilla, de unas 3.800 personas.
"La empresa dijo en el 2000 que no había amianto en los trenes, no se tomaron medidas y el personal lo ha tragado por ignorancia", se queja José Manuel Moreno, delegado de prevención de CCOO. Desde 2002, 180 empleados habían sido sometidos a pruebas por haber estado presuntamente en contacto con amianto, sin que hayan surgido enfermedades graves, según TMB. La empresa amplió los exámenes hasta 800 trabajadores en noviembre, aún pendientes de concluir, al hallarse la sustancia en vagones de las líneas 1 y 3.
Para UGT, el balance provisional revela "la gravedad de la situación, a la cual TMB pretendía restar importancia". Al mismo tiempo que reconoce que los primeros indicios no son malignos, destaca que la compañía los "negaba hasta hace pocos meses". La CGT también achaca "ocultación" a la jefatura. Los sindicatos han pedido que la compañía se encargue de limpiar la ropa de los operarios de mantenimiento -que pueden estar expuestos a restos de amianto-, sin que la reclamación se haya atendido, afirman.
"Toda empresa que ha tenido amianto minimiza las consecuencias de sus acciones y escapa de su responsabilidad", afirma Josep Tarrés, doctor emérito que estudia desde 1976 los trastornos que el amianto de la fábrica Uralita ha originado en Cerdanyola del Vallès y Ripollet. Sobre los casos en TMB, Tarrés sostiene que desvelan una exposición "importante" del personal al amianto. "Ahora ya no puede negar que ha existido contaminación. Los resultados son la punta del iceberg", avisa.
TMB ha informado que nueve empleados presentan engrosamientos pleurales, a dos se les ha hallado placas pleurales no calcificadas, mientras que en otro caso sí está calcificada. Por ahora, la repercusión sobre la salud es "pequeña", aclara Tarrés. "No genera limitaciones físicas, lo que más puede dar es una tos seca", explica, y añade que los pacientes requerirán de seguimientos anuales "para mirar que la cosa no empeore o que las placas se junten y se forme una coraza que oprima la pulmón". "La placa en sí no se convertirá en algo malo y no degenera nunca, pero la carga de amianto que la ha provocado puede causar otras alteraciones, que tienen un período de latencia más largo", detalla.
Tarrés ha tratado a enfermos que, tras encontrársele placas pleurales, han contraído un mesotelioma. Es un cáncer incurable, engendrado por la inhalación de polvo de amianto, que abundó en la construcción durante el siglo XX y cuya venta se prohibió en 2001. Puede tardar a manifestarse "de 30 a 40 años" desde que se aspiran sus restos, recuerda el doctor.
Moreno comenta que los representantes sindicales de TMB se sienten "enfadados", porque pidieron "hace unos seis años" que se comprobara si había componentes sospechosos en los trenes. En un acta de noviembre de 2000, se sostenía que no existía amianto "con funcionalidad susceptible de desgaste", como zapatas de freno o suelos de pisos de los vagones, "o de ser manipulados por el personal". A finales de 2018, se confirmó que sí contenía amianto la pintura antirruido de 94 convoyes. No se planean retirar hasta dentro de unos tres años.
"La voluntad de TMB ha sido esconder el problema y quiere continuar escondiéndolo", ve Àlex Tisminetzky, abogado del Col·lectiu Ronda, que representa a un mecánico de TMB con cáncer de pulmón y que ha logrado sentencias contrarias a empresas en las que han enfermado y fallecido empleados a causa del amianto. El letrado cuenta que, hace poco, el metro solo admitía la existencia del mineral "en zonas muy concretas de los talleres".
"Demuestra que las cosas no se han hecho bien y que se tendrían que haber hecho antes las revisiones, que deberán continuar para reconocer a afectados y detectar casos precozmente, lo que incluso puede salvar vidas", postula. Al Col·lectiu Ronda han acudido operarios del metro que "han iniciado una fibrosis pero que aún no han desarrollado una enfermedad", dice Tisminetzky. En cuanto a la docena de casos confirmados en el metro, señala que se hallan en "la fase inicial" de una potencial afección, por lo que, al no haber visto mermada de momento su capacidad pulmonar, "no daría lugar a una prestación y al reconocimiento de una enfermedad laboral".
Esta semana, el director de salud de TMB, Miquel Mira, comparó la vigilancia que requieren las alteraciones pleurales que presenta un grupo de trabajadores con las que merece "una peca". Para el doctor Tarrés, "no es comparable" y ve el símil como "parte de la política de abaratamiento de la realidad". "La placa pleural es consecuencia de un elemento como el amianto que no está en el pulmón y que genera un engrosamiento para defenderse", ilustra.
Fuente: www.elmundo.es
https://www.elmundo.es/cataluna/2019/01/10/5c37b7c2fdddff437f8b4654.html