En el taller Rancagua, con trajes especiales, los operarios, especializados en manipulación de sustancias contaminantes, comenzaron un detallado trabajo. Se calcula que el proceso llevará varios meses, hasta retirar todo el amianto.
En el barrio de Chacarita, se encuentra el taller ferroviario Rancagua. Allí se descontaminanlos vagones de la línea B del subterráneo que fue varias veces denunciada por el sindicato de los trabajadores del subte.
Allí, varios metros bajo tierra, lo operarios, de mameluco blanco, descartable y con capucha que se coloca sobre otro mameluco, una máscara vidriada con válvula de exhalación para facilitar la respiración y filtros a ambos lados del mentón. Apenas quedan visibles sus ojos. Guantes y botas de seguridad completan el atuendo.
Todos esos elementos son necesarios para manipular el material tóxico dentro del túnel de vacío donde se realiza la reparación. De hecho, fue de tal magnitud, que la empresa Metrovía mostró el operativo a la prensa quien también presenció como se retira el asbesto, un material altamente cancírego.
El asbesto o amianto está compuesto por miles de fibras que pueden separarse con facilidad, hasta llegar a fibrillas de tamaño microscópico cuya aspiración causa enfermedades que afectan la pleura, como el mesotieloma, que es un cáncer, o la asbestosis. Por este motivo su manipulación es altamente peligrosa y requiere de medidas de seguridad extremas para evitar la contaminación propia y del ambiente.
Por estas razones, la empresa Borg, contratada por Metrovías, montó en el taller Rancagua un túnel de vacío de más de 60 metros de largo para desamiantar las formaciones. A esta estructura rígida, forrada con polietileno de 200 micrones, se le conectan dos grandes depresores que producen 5 pascales de presión negativa para mantener las partículas en el interior del túnel, que luego son filtradas y enviadas como aire limpio al exterior.
Luego, todo es medido, bajo autorización, y meticulosamente controlado. Cuando llegan a una cantidad de residuos que les justifica el traslado, los desechos son llevados para su disposición final en los rellenos autorizados por Nación. “En este momento, el único habilitado es en San Lorenzo, provincia de Santa Fe”, detallaron los especialistas.
En todo el proceso de desamiantado, el personal contratado por Borg, que trabaja con mamelucos descartables tipo Tyvek que, de acuerdo a las especificaciones, retiene el 99% de bacterias, 98% de las partículas del medio ambiente y 97% de las partículas de asbesto. Y unas máscaras panorámicas full face de seguridad que filtran partículas de hasta tres micrones. Guantes y botas. Todo un equipamiento de seguridad que contrasta con el que utilizaban los empleados del taller de Metrovías hasta que optaron por hacer retención de tareas y no tocar más las piezas contaminadas.
Fuente: www.estadodealerta.com.ar
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