Está presente desde hace mucho tiempo en numerosas actividades industriales, y cada vez con más frecuencia en los tribunales médicos y de justicia. El polvo de sílice es, como el amianto, otro de esos asesinos silenciosos que truncan carreras profesionales y acortan vidas. Los sindicatos, pero también el Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales (Osalan), están constatando un cierto repunte en los casos de silicosis, una enfermedad del aparato respiratorio asociada tradicionalmente a la minería pero que también amenaza a trabajadores de sectores como el de las canteras, marmolerías, fundiciones y otras empresas siderúrgicas.
La incidencia de esta patología está llevando a Osalan a revisar el protocolo de vigilancia médica por exposición a esta sustancia. Al mismo tiempo, algunos trabajadores están consiguiendo indemnizaciones o reconocimientos de incapacidad total para trabajar por parte de la justicia. Es el caso de A.G.P., que trabajó como cantero en diferentes empresas durante casi dos décadas, y al que un juzgado bilbaíno le ha reconocido recientemente una incapacidad permanente total derivada de enfermedad profesional.
«Es un hecho reseñable el que se reconozca una incapacidad total, que es la que no te permite trabajar, en el caso de una silicosis simple, y no existiendo una enfermedad intercurrente (preexistente). Porque este hombre tenía tuberculosis, pero en estado latente», explica Alfonso Ríos, responsable de salud laboral del sindicato CC OO Euskadi. «En segundo lugar -añade- también hay que tener en cuenta que esta persona estaba en desempleo. Y no es habitual que se reconozcan incapacidades en esta situación».
El sindicato está también implicado en varios casos de reclamaciones para conseguir recargos de prestaciones a trabajadores afectados por silicosis. Uno de ellos se resolvió la pasada semana con la condena a una empresa de marmolería y a su sucesora al pago de un recargo del 305 de todas las prestaciones derivadas de la enfermedad profesional padecida por I.G.N., que derivó en una incapacidad permanente total. La sentencia considera probado que durante los diversos periodos transcurridos entre julio de 2006 y abril de 2012 como trabajador de la empresa marmolera, I.G.N. sólo estuvo en contacto con aglomerados de cuarzo, un material que según CC OO presenta «una mayor proporción de sílice que otros, y por ello susceptible en mayor medida de ocasionar silicosis».
El juzgado de lo Social bilbaíno encargado del caso constató «un incumplimiento efectivo de las normas de prevención de riesgos en materia de aspiración d polvo de sílice, con suspensión de polvo inasumible, defectos de ventilación en las instalaciones», así como deficiencias en el sistema de ventilación y nebulización. Además, el trabajador «no posee las mascarillas adecuadas».
Prohibir el aglomerado de cuarzo Ríos destaca que hay muchos trabajadores del sector siderúrgico que han contraído silicosis, ya que el ladrillo refractario que recubre el interior de los hornos de las fundiciones también es de sílice. Pero matiza que el «verdadero repunte de casos al que estamos asistiendo proviene de la exposición a los aglomerados de cuarzo en las marmolerías».
«Mientras que la piedra natural, el cuarzo, o el granito, puede tener sobre un 30% de sílice, estos aglomerados de cuarzo pueden tener hasta un 90%», dice. El sindicato ha pedido prohibir el uso de los aglomerados de cuarzo, una batalla que no se resolverá a corto plazo. Pero mientras tanto espera que las empresas cumplan con «su obligación» de implementar unas medidas de protección, «y que sean colectivas antes que individuales. Es decir, antes que darle a cada trabajador una mascarilla, esa empresa tiene que instalar sistemas de aspiración, o de cortinas de agua para que no se disperse el polvo», dice el responsable de salud de CC OO Euskadi.
Su impresión es que, hasta hace bien poco, «no se había hecho nada en temas de prevención. Ahora están empezando a cumplir». El sindicato recuerda que estamos ante una enfermedad que no sólo tiene graves consecuencias para la salud del trabajador que respira asiduamente el polvo de sílice, sino que avanza incluso después de que se haya cortado la exposición a la sustancia. Por eso, cree que estamos «ante el nuevo amianto». De ahí que luche en una batalla, la de la opinión pública, que ya se ganó en el caso del polvo de asbesto. Lo primero es reconocer «el origen profesional» de la enfermedad, algo que, considera Ríos, «muchas mutuas no hacen».
Y, después, «exigimos a las empresas que paguen pro el daño causado». El sindicato ha pedido además a Osalan que ponga en marcha «un plan de vigilancia postocupacional para los trabajadores expuestos a polvo de sílice» similar al que existe para los que en su día trabajaron con amianto. «Y que una vez al año, a estas personas, aunque estén jubiladas, se les haga un control o una prueba diagnóstica para verificar si tiene alguna dolencia relacionada con el sílice».
Osalan reconoce el repunte de casos, lo que le ha llevado a desarrollar «diversas acciones específicas relacionadas con los sectores de actividad directamente implicados»: recopilación de información en casos declarados, campaña de toma de muestras para conocer la situación en las marmolerías y trabajo conjunto con sus servicios de prevención, etc. El instituto que vela por la salud y seguridad laboral de los trabajadores vascos admite que la revisión del protocolo de vigilancia médica por exposición al polvo de sílice «quizá tenga como consecuencia una petición para que se realice el mismo tipo de vigilancia postocupacional» que ya existe para el amianto, «un requisito legal recogido en la normativa estatal». Algo que, de momento, no existe para la sílice cristalina.
Fuente: www.elcorreo.com
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