En los países desarrollados, el cáncer ve aumentar su incidencia año a año. Cada vez se cobra más víctimas, y ya es la segunda causa de muerte por detrás de las enfermedades cardiovasculares. Con todo, se da una paradoja: mientras que la incidencia del cáncer aumenta, la tasa de mortalidad (un valor diferente al número total de casos) desciende.
El aumento de la incidencia del cáncer es un hecho bien documentado, tal y como señalan las previsiones de la Sociedad Española de Oncología Médica para el año 2023. En el caso español, que es en muchos sentidos similar al del resto de países de Europa Occidental, este aumento en los casos se explica por cuatro factores fundamentales: el aumento poblacional, el envejecimiento de la población (un factor de riesgo fundamental), la exposición a factores de riesgo ambientales y de otros tipos y a las mejoras en la detección precoz.
Con el número neto de defunciones a causa del cáncer pasa algo similar. Según refleja el informe European cancer mortality predictions for the year 2023 with focus on lung cancer publicado en el medio especializado Annals of Oncology y elaborado con datos de la OMS por expertos de varias universidades europeas, el incremento responde principalmente al crecimiento y al envejecimiento poblacionales.
Por el contrario, para entender el descenso en la tasa de mortalidad (el número de muertes que se producen dentro de un número determinado de pacientes) del cáncer es necesario atender a las características de cada caso.
Por ejemplo, en el cáncer de pulmón, el que más muertes provoca a nivel Europeo, la influencia del tabaquismo (que ha venido descendiendo gracias a las políticas públicas en este sentido) resulta fundamental para entender las tendencias. Precisamente, en este caso la tasa de mortalidad aumenta sólo en las mujeres mayores de 65 años, reflejando una tendencia por la cual el número de mujeres fumadoras aumentaba hace ya unos años. En el resto de demografías, desciende.
Precisamente, el tabaquismo es uno de los factores de riesgo cuya importancia ha ido reduciéndose en los últimos años, junto con otros como las exposiciones a determinados contaminantes ambientales (como el amianto) que han sido sujetos a regulaciones más o menos estrictas. Por el contrario, la relevancia de factores de riesgo como la obesidad o el consumo de alcohol es cada vez mayor.
De hecho, el informe atribuye las buenas noticias mayoritariamente a los diferentes avances médicos en la detección y el tratamiento del cáncer en los últimos años. Así, aunque estos avances son más o menos generalizados a través de los distintos tipos de tumor, explican la excepción que supone el más mortal de los cánceres: el de páncreas. En este caso, (en el que en los hombres su mortalidad o se mantiene estable o desciende ligeramente, y en las mujeres o se mantiene estable o se incrementa según el país), las mejorías en el diagnóstico y el tratamiento han sido mucho menos significativas que en otros tipos oncológicos.
En general, las conclusiones son positivas. Las tasas de mortalidad de los tipos de cáncer que más muertes causan (pulmón, colorrectal, mama y próstata) descienden de manera consistente. Incluso, en el trabajo se dice que asumiendo que las tendencias se mantengan, el objetivo de reducir las muertes por cáncer en un 35% para 2035 podría alcanzarse.
Para ello, es necesario que se siga trabajando en la dirección correcta. Los autores aconsejan no cejar en las estrategias de control del tabaquismo, por ejemplo definiendo cohortes etarias a partir de las cuales no se permita la compra de productos de tabaco. También, es importante poner énfasis en la identificación de poblaciones en riesgo y en la puesta en marcha y mejora de programas de cribado y diagnóstico.
Similarmente, recomiendan poner más atención en el control de la obesidad y el sobrepeso, mejorando los hábitos dietéticos incluyendo el control del consumo de alcohol y la organización de programas de cribado frente al cáncer colorrectal. Otras medidas como la vacunación frente a virus carcinogénicos como el virus del papiloma humano (VPH) o el virus de la hepatitis B pueden lograr aún mayores reducciones en la mortalidad de ciertas clases de cáncer.
Fuente: www.20minutos.es
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