Durante décadas, en nuestro país se ha usado la uralita como material de construcción. Es una mezcla de cemento y amianto, con la cual se hacían placas para tejados, tuberías de agua, bajantes, depósitos, etc.
Era resistente y barata, pero se descubrió que el amianto era un peligro para la salud. Por eso, la UE la prohibió en 2005 por su toxicidad, de manera que ahora la retirada de uralita únicamente la pueden hacer empresas especializadas.
La retirada de amianto solo es obligatoria en determinados casos. Lo cierto es que, dada la toxicidad del material, lo mejor es eliminarla en cuanto podamos, pero si nos atenemos a la ley, esta no exige que se quite siempre.
De hecho, lo que dice es que hay que deshacerse de la uralita cuando se deteriora o si el material ha cumplido su vida útil.
En la práctica, la uralita se quita en el momento de hacer obras. Por ejemplo, cuando se va a tirar una vivienda antigua por completo o se va a rehabilitar una parte de ella. También hay otras situaciones similares, como aquellas en las que hay un atasco en un desagüe y se descubre que es de este material.
Siempre hay que recurrir a una empresa de retirada de amianto cuando queremos desechar la uralita. De hecho, si lo hacemos nosotros nos exponemos a multas que llegan a los 600 000 euros.
La empresa lleva a cabo una inspección profunda de todos los elementos que pueden tener uralita, para luego quitarla de manera segura. Es importante proteger tanto a los empleados como a las personas que viven cerca de la vivienda.
Es entonces cuando comienza a quitarse y después se carga en vehículos especializados. De allí va a una planta que está diseñada para la destrucción del amianto de manera segura.
Este tipo de empresas dan un servicio integral, por lo que nosotros no tenemos que preocuparnos más que de llamarlos.
Pese a que debería haber ayudas por parte de las autoridades, específicas y destinadas a este particular, lo cierto es que no hay ninguna.
Por suerte, podemos beneficiarnos de las que se conceden con el fin de mejorar la eficiencia energética de las viviendas, ya que la uralita no se caracteriza por su buen aislamiento térmico. De hecho, en un local con este material en invierno hace un frío atroz y en verano el calor es asfixiante.
La idea es pedir a un especialista un certificado energético de nuestra casa antes de quitar el amianto, y otro una vez que la obra ha terminado y se han usado materiales actuales. Lo normal es mejorar la calificación, por lo que podemos beneficiarnos de varias ayudas.
Estas tienen que ver con una reducción del IBI, subvenciones de parte de la intervención e incluso bajadas en el IRPF que dependen de en qué municipio vivamos. Por ello, lo mejor es dirigirnos a nuestro ayuntamiento.
Fuente: www.merca2.es
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