Jorge Gabriel Pacci tenía 55 años y trabajaba en el subterráneo de Buenos Aires cuando le diagnosticaron un cáncer en la pleura, la membrana que recubre los pulmones. Esta enfermedad se denomina mesotelioma maligno pleural. Pacci murió en marzo de 2021, nueve meses después del diagnóstico.
El asbesto, o amianto, es la principal causa de este tipo de cáncer, de acuerdo con las principales instituciones médicas, como el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos.
Este mineral se utilizó durante décadas en la fabricación de partes de trenes, buques militares y en otras industrias, como la construcción, por su cualidad de aislante del frío y del calor.
Sin embargo, por su efecto cancerígeno, fue prohibido en más de 50 países hace casi 20 años. En Argentina, la prohibición se hizo efectiva en 2003. Aun así, muchos trabajadores del subterráneo conviven con esta sustancia, según han reconocido autoridades de Buenos Aires consultadas por CNN.
“El cirujano de tórax me dijo: Es un cáncer sumamente agresivo y va a ser inoperable”, afirmó a CNN Carolina Castellano, viuda de Pacci, con quien estuvo casada durante 32 años.
En diciembre de 2021, nueve meses después de la muerte de su esposo, Castellano presentó una denuncia penal contra cinco de los principales ejecutivos de la empresa privada Emova (antes conocida como Metrovías), la concesionaria del servicio de subterráneo en la ciudad y empleadora de Pacci entre 2013 y 2021, como reveló CNN en marzo pasado.
Castellano acusa a los ejecutivos del homicidio culposo de Pacci por haber permitido que su esposo estuviera supuestamente expuesto a una sustancia cancerígena y prohibida. También inició una demanda civil contra la empresa que opera el servicio del subterráneo por su presunta responsabilidad en la muerte de Pacci.
CNN se comunicó en reiteradas oportunidades con Emova, pero la empleadora de Pacci declinó a través de sus portavoces responder las consultas sobre la demanda en su contra. Tampoco accedió a que este medio entrevistara o consultara a los ejecutivos denunciados o a sus abogados.
Las autoridades y la empresa que opera el metro comenzaron en 2019 un proceso para erradicar el asbesto del subterráneo, luego de un reclamo de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subterráneo y Premetro (AGTSyP). Desde entonces, han sido extraídos más de 90.000 kilogramos de componentes y piezas de los trenes e instalaciones con algún porcentaje de asbesto o en contacto con el mineral, de acuerdo con la información obtenida por CNN ante la consulta a Sbase, la empresa pública dueña del metro.
Las extracciones ya se realizaron en trenes, talleres de trabajo y subestaciones eléctricas de las Líneas A, B, C, E y Premetro. Aún resta analizar los trenes e instalaciones fijas de la Línea D y las boleterías y estaciones de la red.
Las líneas donde se detectó la mayor presencia de asbesto son la C y la B. Emova, la concesionaria privada del subterráneo, informó a CNN que en el Taller Rancagua, de la línea B, donde Pacci trabajó limpiando trenes entre 2013 y 2015, se retiraron 6.330 kilos de herramientas de trabajo y componentes con asbesto.
De los trenes Mitsubishi se han extraído otros 11.460 kilos de componentes con asbesto o en contacto con asbesto; y de los CAF 6000, otros 1.008 kilos de piezas contaminadas. Pacci limpió ambos durante esos dos años. Los trenes CAF 5000 también tenían asbesto y fueron retirados de servicio, admitieron las autoridades.
Como los mecánicos trabajaban, por ejemplo, soldando piezas de los trenes con asbesto y utilizando herramientas que también contenían fibras de este mineral cancerígeno, los talleres estaban contaminados.
“Las fibras (de amianto) están sueltas en el aire, son volátiles, o sea, tienen la capacidad de trasladarse, incluso cientos de metros en el aire (…) (eran) aspiradas cuando uno respira, normalmente”, explicó el doctor Carlos Silva, jefe de Oncología del Hospital Británico y académico.
El doctor Eduardo Rodríguez, especialista en medicina del trabajo y coordinador de la Comisión Asesora del Asbesto del Ministerio de Salud de Argentina (2002-2017), aseguró a CNN después de analizar el caso de Pacci que “no tiene dudas” de que el trabajador desarrolló un cáncer de pleura por haber estado expuesto al asbesto.
“Se ha demostrado en más del 85% de los casos, en los cuales se ha estudiado el origen primitivo de ese tumor, que hubo una exposición al asbesto”, dijo.
Silva explicó que este tipo de cáncer “se asocia directamente al asbesto porque es la causa más frecuente”.
En febrero pasado, un tribunal de la Ciudad de Buenos Aires —la Cámara de Apelaciones del fuero Contencioso Administrativo— ordenó a las autoridades capitalinas erradicar por completo el asbesto del metro.
El fallo confirmó una orden dictada hace más de tres años por una jueza de primera instancia. La justicia reconoce que las empresas Sbase y Emova y las autoridades han avanzado con un plan para eliminar el asbesto del metro, pero sostiene que ha sido insuficiente.
Emova dijo a CNN que desde 2019 comenzó a erradicar esta amenaza del subterráneo, pero que se requieren años para completar un proceso inédito en la región de estas características.
El secretario general de la AGTSyP, Roberto Pianelli, explicó el alcance de la presencia de este material.
“Hay asbesto no solamente en los trenes: tenemos en las instalaciones fijas, tenemos en las usinas, tenemos en los centros de potencia, tenemos en las bombas, tenemos en las escaleras mecánicas, tenemos asbesto instalado. En casi todas las estaciones hay instalaciones hechas con asbesto”, aseguró el líder sindical.
Algunos de los trenes en los que se detectó asbesto fueron fabricados y adquiridos por el subterráneo antes de la prohibición de 2003, como los Mitsubishi y los Fiat. Nunca se había realizado hasta ahora el proceso de adecuación para proteger a los trabajadores de la exposición a las fibras de este mineral.
Otros trenes con asbesto, los CAF 5000 y CAF 6000, fueron adquiridos al metro de Madrid por la Ciudad en 2011 y 2013, cuando Mauricio Macri era jefe de Gobierno, a pesar de que en Argentina los trenes con este mineral estaban prohibidos desde hacía al menos ocho años.
Las autoridades de la Ciudad aseguraron en 2018 que desconocían que el metro de Madrid les había vendido trenes con asbesto. Sin embargo, el entonces presidente de Sbase, Eduardo de Montmollin —la empresa estatal que había comprado los trenes—, admitió en una entrevista con CNN en 2019 que los planos de los vagones especificaban la presencia de este mineral cancerígeno, pero que cuando se compró la flota “no había manera de afirmar o validar si esto era efectivamente cierto o no”.
Castellano presentó ante la Justicia los informes médicos que la empresa Metrovías (hoy Emova) le realizó a Pacci antes de que ingresara a trabajar al subterráneo. “Dice que estaba sano. Completamente sano. No tenía ninguna afección pulmonar ni de ningún tipo antes de entrar a Metrovías”, dijo a CNN al exhibir el documento.
La empresa Emova y la aseguradora de riesgos del trabajo Galeno —que también declinó responder las reiteradas consultas de CNN— incluyeron a Pacci en la nómina de personal expuesto al riesgo por asbesto apenas cinco meses antes de su muerte.
Desde 2019, un equipo médico especializado analiza la salud de los trabajadores del subterráneo. Participan profesionales del Hospital Británico, médicos de la empresa concesionaria Emova y la doctora Lilian Capone, por la Universidad de Buenos Aires y el sindicato AGTSyP.
Hasta el momento, al menos 2.114 trabajadores han sido incorporados al registro de riesgo por exposición al asbesto en el metro, y 55 han presentado signos de exposición al amianto en su sistema respiratorio. Entre ellos, el equipo médico reconoció al caso de Pacci y a tres trabajadores con cáncer de pulmón, de los cuales dos han fallecido, explicó Capone a CNN. El tercero fue operado y salvó su vida. Silva coincidió en que el asbesto se relaciona con esta enfermedad. “Además, si la persona es fumadora, se potencia más ese efecto carcinogénico”, explicó. En el último parte, de marzo de 2023, la lista de trabajadores afectados subió a 84, según informó el sindicato a CNN.
La mayoría de los trabajadores afectados presenta placas pleurales o asbestosis. “Las placas pleurales con una reacción de la pleura ante el contacto con la fibra de amianto, que es como una aguja que se clava al respirar. Va por los circuitos internos del pulmón y llega a la pleura o también por vía linfática sanguínea”, explicó a CNN la doctora Capone, neumóloga especialista en salud ocupacional. “El amianto ama la pleura, y cuando uno ve enfermedades de la pleura, tiene que pensar en amianto”, afirmó Capone.
Tanto el oncólogo Silva como Capone explicaron que esta afección no implica que desarrollarán un cáncer o una fibrosis, pero los afectados deberán controlarse de por vida.
Florencia Santilli, Gustavo Villalba y Lauro Luna son tres de ellos, de acuerdo con los documentos médicos que aportaron a CNN. Ingresaron a trabajar al subterráneo entre 1994 y 2003 y pasaron por distintas funciones hasta llegar a maquinistas. Trabajaron en tres líneas distintas. Ninguno de ellos trabajó en los talleres, donde los mecánicos —los primeros diagnosticados por exposición al asbesto en 2019— manipulaban directamente las piezas de los trenes con asbesto. Aun así, de acuerdo con los diagnósticos del equipo médico especial, son tres de los maquinistas que respiraron fibras de amianto.
Las autoridades aseguran que los usuarios del subterráneo no corren peligro.
“El pasajero es un gran signo de interrogación porque acá hay que diferenciar dos cosas. Una cosa es la contaminación y otra cosa es la enfermedad. Yo puedo estar contaminada con algunas partículas de amianto, pero no quiere decir que me enferme o que vaya a enfermarme”, afirmó Capone.
Hasta el momento, no hay casos de usuarios afectados, explicó la neumóloga.
“Creo que tiene mucho que ver el tipo de exposición. No es lo mismo estar trabajando durante horas en un taller, donde se pulían planchuelas de amianto, a ser un pasajero, como somos todos, que espera unos minutos en el andén y viaja por corto tiempo”, agregó Capone.
Las fibras de asbesto son invisibles al ojo humano y pueden viajar por varios kilómetros. La forma de detectarla es midiendo la calidad del aire.
La empresa Emova aseguró a CNN que ha realizado 2.579 mediciones de la calidad del aire en el subterráneo entre 2019 y 2023. En todos los casos, los resultados indican que están por debajo de los límites permitidos por la ley argentina.
“Hace 40 años, nuestra normativa estableció como límite cinco fibras de asbesto por centímetro cúbico de aire. No podía haber más de eso. Después, en 1991, pasa de cinco fibras a dos fibras por centímetro cúbico de aire respirable. Y posteriormente, en 2003, hubo una última adecuación y el límite pasó a ser 0,1 fibra por centímetro cúbico de aire”, aseguró Hernán Rubio, licenciado en química y especialista en Higiene y Seguridad Ambiental, quien asesora al sindicato en la materia.
“Hay otros países más avanzados en los cuales se está hablando de 0,01 fibra por centímetro cúbico, que son 10 veces menos de lo que establece nuestro límite actual”, afirmó Rubio.
Fuente: www.cnnespanol.cnn.com
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