En diciembre de este año se cumplen 20 años desde que España prohibiera el uso y comercialización del amianto a nivel industrial, allá por el 2002. En esta ocasión, nuestro país se adelantó a su entorno ya que hubo que esperar hasta el 2006 para que se prohibiera a nivel de la Unión Europea. Desde entonces, miles de personas han fallecido debido a su exposición, directa e indirecta, y otras decenas de miles están afectados por sus efectos sobre la salud.
Y pese al paso del tiempo desde su prohibición, el escenario indica que van a seguir apareciendo casos durante los próximos años. Así lo aventura el Dr. Bartomeu Massuti, jefe de Oncología del Hospital General de Alicante quien cada día habitualmente atiende a pacientes afectados por un mesotelioma pleural, un tipo de tumor que se origina en la pleura, la membrana que cubre los pulmones, y que en la mayoría de casos se debe a la exposición a lo largo de los años al polvo de asbesto o amianto.
La principal característica de esta patología es que presenta un periodo de latencia muy prolongado. Es decir, desde que una persona se expone a esta sustancia, principalmente en el ámbito laboral, hasta que aparecen los síntomas y se diagnostica pueden llegar a pasar “dos o tres décadas”. Por eso, comparte una predicción genérica para toda la UE de que “se espera que los casos sigan aumentando hasta el 2030 aproximadamente”.
Esto se debe, según el Dr. Massuti, a que “los procesos de inflamación crónica que se inducen por las fibras del amianto inhaladas” juegan un papel “fundamental” en los llamados “mecanismos de carcicogénesis”, aquel proceso por el que una célula inicia su mutación hacia una transformación maligna, según la etapa en la que se encuentra. Precisamente debido a que los efectos “son muy largos” resulta complejo conocer la incidencia en España, en comparación con otros países europeos.
ABORDAJE “MULTIDISCIPLINAR” Y TRATAMIENTO
Debido a que la exposición al asbesto está reconocida como una enfermedad profesional, el seguimiento de las personas afectadas lo llevan a cabo los servicios de Salud Laboral. Como ya es conocido, las personas que trabajaban con el asbesto en la industria naval, la ferroviaria o el cemento han sido las más afectadas por su exposición directa. No obstante, también se han reconocido casos por exposición indirecta en familiares y personas cercanas.
A juicio del Dr. Bartomeu Massuti, los pacientes tienen que ser valorados por un comité multidisciplinar de tumores torácicos en el que tengan representación “las diferentes especialidades implicadas en el diagnóstico, estadificación y tratamiento”, señalando “como mínimo” las áreas de anatomía patológica, neumología, cirugía torácica, oncología médica y oncología radioterápica.
Tras ello, este oncólogo destaca como gracias a los nuevos tratamientos, especialmente la inmunoterapia, “ha cambiado las expectativas” de los pacientes afectados por un mesotelioma, superando así a la quimioterapia. Pese a ello, apunta que “sigue siendo una enfermedad con un pronóstico bastante malo o muy malo”.
Según añade, “en pocos casos se puede hacer una cirugía” y, en otros, “se ha de recurrir a tratamientos sistémicos”, aquellos que se esparcen por todo el cuerpo para tratar a las células cancerosas. Junto a ello, completa, “hay que hacer un tratamiento de soporte a los síntomas”, principalmente asociados a dolor crónico y a dificultad respiratoria.
PLAN DE RETIRADA DEL AMIANTO
Pese a que se trata de una enfermedad “infrecuente” con aproximadamente “dos casos por cada 100.000 habitantes y año” y que la sensibilización entre la población más afectada ha incrementado, el Dr. Bartomeu Massuti advierte del mayor “desconocimiento” que existe sobre cuánto amianto está todavía presente en los edificios, donde “habitan o trabajan personas” y que mantienen una exposición.
Por ello, insta a establecer un “plan de retirada” de este material, detectando a los edificios “potencialmente enfermos” a través de la revisión de documentos de la propia administración y con la colaboración de los colegios de arquitectos, algo que ya se está haciendo en aquellas instalaciones de la administración pública. No obstante, cree que para que tenga efecto hay que dotar a esta estrategia “presupuestariamente”.
En España, el Gobierno aspira a eliminar todo el amianto antes de 2028, tratando de adelantarse al objetivo límite marcado por la Unión Europea para el 2030. Se trata de una acción prevista tanto en el Plan de Salud y Medio Ambiente (PESMA) como en la Ley de residuos y suelos contaminados, que exige a los ayuntamientos a elaborar un censo de instalaciones con amianto en 2023.
Fuente: www.consalud.es
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