El uso de fibrocemento con amianto como aislante en tuberías, tejados, paredes… en buques de la Armada y en bases militares de Tierra, Armada, Aire y la UME supone un grave problema para el Ministerio de Defensa.
Se está tratando de retirar todo este material, que puede provocar cáncer y otras enfermedades graves a personas con exposiciones prolongadas.
Mientras tanto, se ha ido produciendo un goteo de militares que han desarrollado dolencias causadas por trabajar exponiéndose a este fibrocemento, y por inhalar fibras de amianto.
Hasta el fallecimiento de un almirante de la Armada y Jefe del Estado Mayor Conjunto, Francisco Javier González-Huix, ha sido reconocido como “acto de servicio”, al entenderse que el cáncer de pulmón que padeció antes de morir en diciembre tuvo relación causal con sus años de servicio en buques y submarinos de la Armada que tenían amianto.
El amianto, o asbesto, no es el único compuesto o material que contamina instalaciones de las Fuerzas Armadas, y más concretamente, de la Armada.
La Dirección General de Armamento y Material y la Dirección General de Reclutamiento y Enseñanza Militar del Ministerio de Defensa, los Centros Universitario de Defensa y la empresa pública Ingenierías de Sistemas para la Defensa (ISDEFE) organizaron en noviembre de 2022 el IX Congreso Nacional de I+D en Defensa y Seguridad.
Este congreso es un foro y punto de encuentro de todos los agentes relacionados con la investigación y desarrollo (I+D) en el ámbito de la Defensa y la Seguridad. Participaron también el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) del Ministerio de Defensa, y diversas universidades, empresas y organismos relacionados con la tecnología y la industria de defensa.
El Ministerio de Defensa editó el pasado diciembre de 2023 una publicación con las actas de ese congreso.
Esa publicación recoge decenas de trabajos presentados al congreso. Uno de ellos analiza la “Gestión de la presencia de radón en la Escuela Naval Militar: determinación de concentraciones y evaluación de riesgos”.
La autora principal y responsable del trabajo presentado al IX Congreso Nacional de I+D en Defensa y Seguridad es Lorena González Gil.
González es profesora del Centro Universitario de la Defensa de Marín, centro asociado de la Universidad de Vigo. Es doctora en Ingeniería Química y Ambiental por la Universidad de Santiago de Compostela y máster en Estudios Ambientales por la Universidad Autónoma de Barcelona.
También participó en el proyecto Rosa Devesa-Rey, que imparte Tecnología Medioambiental, y Termodinámica y Transmisión del Calor, en el Grado en Ingeniería Mecánica del Centro Universitario de la Defensa de Vigo.
Cristina Camacho Gil es oficial de la Armada, fue alumna del centro, y su trabajo de fin de grado trató sobre la presencia de radón en la Escuela Naval Militar. Es otra de los coautores del trabajo presentado al congreso, como también lo son Arturo González Gil, Antón Cacabelos Reyes y Pablo Falcón Oubiña, de la escuela de Marín.
En el resumen del trabajo, se empieza indicando que “el radón es un gas radioactivo de origen natural, muy desconocido y a la vez muy dañino. Según la Organización Mundial de la Salud es el segundo causante de cáncer de pulmón. Proviene del uranio, presente en las rocas graníticas, por lo que la Escuela Naval Militar (ENM) se encuentra en una zona susceptible de presentar altas concentraciones de radón”.
La escuela se ubica en la ría de Pontevedra, en la costa del municipio de Marín, junto al puerto.
Los autores del trabajo explican que decidieron elaborar un mapa de concentraciones de radón en la escuela donde se forman los oficiales de la Armada, y donde ellos mismos estudiaban o daban clase.
El radón es un elemento químico inerte pero inestable. Procede de la descomposición del uranio (U-238) y su vida media es de 3,8 días. “Su desintegración da lugar a metales pesados y a partículas alfa con alta capacidad de ionización, lo que ocasiona severos problemas de salud”, detallan los autores del artículo, que parten de que la mala calidad del aire en espacios interiores se asocia a diversas enfermedades, estrés y disminución de la productividad laboral.
“La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que la exposición al radón por inhalación es la segunda causa de cáncer de pulmón después del tabaquismo, y la primera en no fumadores”, subraya el artículo.
¿Dónde hay inhalaciones de radón? En las tierras graníticas es donde se concentra más el uranio. La Escuela Naval Militar se ubica en una zona con un alto potencial de radón: “Más de un 90% de los edificios son susceptibles de presentar concentraciones de radón muy altas (mayor de 400 Bq/m3)”.
Existe una norma europea (Directiva Europea 2013/59/EURATOM) que establece que la concentración media anual en espacios cerrados no debe superar los 300 Bq/m3.
Además, determina que si la dosis de radiación anual efectiva de los trabajadores es superior a 6 mSv se deben aplicar medidas de protección radiológicas, pero en la trasposición española de la norma no existen referencias a las dosis efectivas máximas.
Para la OMS no hay un umbral por debajo del que la exposición al radón no suponga ningún peligro, por lo que ha establecido un nivel de referencia medio anual de 100 Bq/m3.
Con unos dispositivos tipo “Radon Eye RD200”, los autores de esta investigación midieron la concentración de radón en 32 estancias de la Escuela Naval Militar.
Lo hicieron en diferentes fechas y momentos del día, la mayoría en el período entre diciembre de 2020 y febrero de 2021. El invierno es la época del año en la que se esperan mayores concentraciones del radón.
Pero había otro elemento que podía rebajar los niveles: “Durante el periodo de medición, debido a las medidas adoptadas para reducir la propagación de la Covid-19, la ventilación de los espacios interiores era mucho mayor a la de un invierno habitual, especialmente en las aulas docentes. Para obtener un resultado realista de estas dependencias, la medición se realizó durante el periodo sin actividad lectiva correspondiente a la Navidad”.
En el artículo se explica que “en algunos casos, como en la lavandería, correos y farmacia, la concentración media total y la media del horario laboral son bastante diferentes, siendo esta última menor. La explicación radica en las medidas de ventilación adoptadas durante el horario de funcionamiento de dichos servicios, y derivadas principalmente de la pandemia de Covid-19”.
Las mediciones que realizaron profesores y alumnos de la Escuela Naval Militar arrojaron como resultado que el 34% de las estancias medidas “presentaron altas concentraciones de radón, sobrepasando el límite de 300 Bq/m3 que marca la normativa” europea.
Además, “tan sólo el 28% se encuentra por debajo de100 Bq/m3, nivel máximo recomendado por la OMS”.
Los autores del estudio elaboraron un mapa de distribución de la concentración de radón en este centro de formación de oficiales de la Armada, en el que destaca que “la zona del Patio de Aulas tiene una concentración visiblemente mayor” que otros espacios de esta instalación militar.
Según el artículo, “estas variaciones pueden deberse a diferencias en la composición del terreno, que es uno de los factores más determinantes en la concentración de radón”.
Los resultados se expresan en una unidad científica de medición para la dosis de radiación del cuerpo entero, llamada dosis efectiva: el millisievert (mSv).
Los aspirantes de Primer Curso recibirían una dosis efectiva de radiación de radón, en un año, de 8,2 mSv, mientras que para los de Segundo Curso se quedó en 3,19 mSv.
En total, “la dosis efectiva de un alumno de la Escuela Naval Militar a lo largo de cuatro años sería aproximadamente 15,3 mSv”.
El artículo destaca que “con respecto al profesorado, la dosis anual estimada es igual que el límite marcado por la legislación europea (6 mSv), lo que significa que se deberían adoptar medidas para reducir el riesgo de exposición de este colectivo”.
Durante la investigación se observó que la ventilación es una medida de mitigación capaz de reducir el riesgo de exposición al radón, incluso cuando sus concentraciones son elevadas y superan los 600 Bq/m3.
En la oficina de Correos de la escuela se comprobó que el nivel de radón era elevado cuando estaba cerrada, fuera de horario de servicio. Al abrir la puerta de entrada y la ventana, la concentración bajaba de inmediato, y volvía a acumularse al acabar la jornada laboral y cerrar.
Una de las conclusiones fue que “ha demostrado que las concentraciones de radón varían ampliamente en las diferentes estancias de la Escuela Naval Militar, evidenciando la necesidad de realizar un mapeo de la zona”.
Los autores también destacaron que “no es suficiente con determinar las concentraciones de radón, sino que estimar la dosis efectiva es transcendental, ya que una exposición a elevadas concentraciones, pero breve en tiempo no tendrá un impacto relevante en la salud. En cambio, exposiciones a menores concentraciones durante más tiempo resultarán en una dosis mayor y por tanto un riesgo más elevado”.
Finalmente, concluyeron que “la mayor parte de los colectivos de la escuela no se encuentran expuestos a un elevado riesgo, pero puesto que no existe una dosis por debajo de la cual el radón no se considere un peligro, es necesario adoptar medidas de mitigación en la mayor parte de los casos. La ventilación, ha demostrado ser una estrategia eficiente para disminuir este riesgo”.
Confidencial Digital se puso en contacto con el Cuartel General de la Armada para tratar de recabar más información sobre este problema del radón que existe en la Escuela Naval Militar.
Envió una consulta el 22 de enero con una lista de preguntas. Por ejemplo, preguntó qué medidas ha tomado la Armada ante esos altos niveles de concentración de radón en la Escuela Naval Militar, y si, por ejemplo, se han trasladado las actividades de la escuela preferentemente a plantas más altas, ya que el radón tiende a acumularse en plantas bajas y sótanos.
También planteó si después de las mediciones de 2020-2021 que recoge el artículo citado se han realizado nuevas mediciones de concentración de radón; si se ha avisado de los niveles de radón al personal que trabaja y estudia en la escuela; si se les ha sometido a análisis médicos; y si se han detectado casos de cáncer en personal que haya pasado por la Escuela Naval Militar en los últimos años.
Además, preguntó si en otras bases o edificios de la Armada, además de la academia de Marín, también se ha detectado niveles altos de concentración de radón.
Al no haber recibido respuesta a esta consulta, diez días después, el 1 de febrero, ECD insistió y reenvió las mismas preguntas a la Armada. Al cierre de esta edición, 8 de febrero, pasados 17 días desde la primera consulta, no había habido ninguna contestación sobre este asunto.
Precisamente este pasado mes de enero el Consejo de Ministros aprobó un Plan Nacional contra el Radón.
El Ministerio de Sanidad explicó que “el plan describe los riesgos derivados de la exposición al mismo, analiza la situación en España con respecto a las medidas de protección y recoge las estrategias y actuaciones que se desarrollarán por las distintas administraciones durante un periodo de 5 años, para el control del riesgo para la salud de la población derivado de la exposición al gas”.
El objetivo principal es “proteger la salud del conjunto de la población, y las personas trabajadoras en particular, frente a los riesgos de la exposición a este elemento químico en forma gaseosa”.
El plan contempla “actuaciones para conocer la magnitud del problema, como evaluar la exposición de la población al radón y estimar su incidencia sobre la salud de la población, reducir la concentración de radón en los edificios o impulsar programas de formación específicos para los distintos agentes que intervienen en el ámbito de la edificación”.
Asimismo se va a tratar de “potenciar la concienciación del público, los profesionales y administraciones sobre los efectos del radón en la salud y, en particular, en combinación con el tabaco. En este caso los efectos se encuentran notablemente aumentados, debido al efecto sinérgico de radón y tabaco”.
Fuente: www.elconfidencialdigital.com
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