La magistrada de lo Social número 2 de Valladolid ha condenado a la azucarera Ebro Food a indemnizar a una viuda y sus cuatro hijos por el fallecimiento de uno de sus operarios, que trabajó casi 40 años en la factoría de Peñafiel.
La muerte, según el fallo del pasado 22 de enero, se produjo como consecuencia de la inhalación durante lustros del polvo de amianto, sustancia considerada altamente cancerígena.
El trabajador tenía 84 años cuando murió en febrero de 2016, y la familia presentó una demanda contra la multinacional Ebro Food por los perjuicios derivados de esta enfermedad profesional.
Según la sentencia, este operario entró en la azucarera de Peñafiel en 1957 con la categoría de ayudante, y estuvo vinculado a la actividad de fabricación de azúcar y sus derivados hasta abril de 1996. En la factoría realizaba trabajos de mantenimiento y reparación de tuberías, que se encontraban recubiertas con amianto.
«No portaba mascarilla, ni ropa especial de trabajo, y las instalaciones no disponían de doble taquilla», se recoge en los hechos probados, que añaden que el lavado de las prendas se efectuaba por el trabajador en su domicilio.
Materiales retirados en 2010
La existencia del amianto en la factoría de Peñafiel quedó acreditado, según el fallo, durante el proceso de desmantelamiento y demolición de las instalaciones de la azucarera, acometido por Ebro.
«En el año 2010, fueron retirados, entre otros residuos, 32.380 kilos de gomas de caucho y calorifugados sin amianto, y 2.815 metros cuadrados de materiales de construcción con amianto (placas de uralita)», dice la sentencia, que impone más de 100.000 euros de indemnización.
Durante un TC de tórax y una biopsia pleural percutánea practicada al operario en un ingreso en el hospital Clínico en 2015, los médicos le diagnosticaron la presencia de un mesotelioma pleural. El trabajador se encontraba ya entonces jubilado desde 1996.
En septiembre de 2016, el Instituto Nacional de la Seguridad Social dictó una resolución en la que declaró que el fallecimiento del mismo fue como consecuencia de una enfermedad profesional, reconociendo una pensión de viudedad a favor de su esposa.
La magistrada Eva Lumbreras sostiene en su fallo que aunque «no nos encontramos en presencia de una actividad que, como pudieran ser las de construcción naval, ferroviaria, o industria de automoción o frenos, que utilizan el amianto como materia prima», resulta significativo un Informe Medioambiental de desmantelamiento y demolición de la fábrica de Peñafiel donde se constata placas de uralita, que no excluyen la presencia de asbesto.
Caso novedoso
El trabajador estuvo casi 40 años en la fabrica de Peñafiel, que fue desmantelada en 2010. Dos testigos aseguraron que el amianto recubría el calorifugado de las tuberías de la azucarera.
La jueza descarta que la causa de la enfermedad por asbesto fuese por una exposición doméstica, y señala que tiene su origen en el contacto directo con el polvo de amianto dentro de la fábrica.
La letrada Carmen Riesgo Álvarez, que ha representado a la familia del empleado de la azucarera vallisoletana, resaltó que este caso "es novedoso por cuanto se da un centro de trabajo totalmente distinto a los reconocidos por los tribunales en los últimos años".
La jurisdicción de lo Social ha confirmado en Valladolid la relación del amianto y las enfermedades contraídas por trabajadores en centros como la antigua fábrica de Uralita, o en empresas de automoción, como Iveco, que utilizaban este material para el aislamiento en las tanquetas de la Policía Nacional o la Armada.
En 1971 una Ordenanza de Seguridad e Higiene en el Trabajo estableció la obligación del empresario de "adoptar cuantas medidas fueran necesarias en orden a la prevención de riesgos que puedan afectar a la vida, integridad y salud de los trabajadores al servicio de la empresa", concluye la sentencia del Juzgado de lo Social 2 de Valladolid.
Fuente: www.elnortedecastilla.es
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