Durante muchos años la provincia de Cádiz encabezó el ranking nacional de fallecimientos por cáncer de pleura. Gracias al empeño de algunos profesionales de la medicina se consiguió demostrar la relación entre estas patologías pulmonares con la inhalación de microfibras de este material tóxico que llegaba por toneladas al puerto de Cádiz para ser repartido entre la industria naval y las fábricas de uralita sevillanas. Antonio Escolar, hoy día jubilado y en su momento jefe de sección de Medicina Preventiva del hospital de Cádiz, fue uno de esos pioneros en la lucha por demostrar el grave daño que causaba este producto entre los operarios de los astilleros gaditanos.
Diario de Cádiz ha hablado con él para recordar cómo comenzó todo. “Mi primer contacto con esta historia se produjo en 1987. Un compañero médico me contó que un familiar que había trabajado con amianto había sido diagnosticado con cáncer de pulmón. Me pidió que valorara las posibles relaciones entre la enfermedad y el material. En ese momento yo estaba haciendo estudios sobre la epidemiología del cáncer en la provincia de Cádiz, que entre los hombres ha tenido una posición muy alta en la mortalidad por cáncer en el contexto español. Durante muchos años los varones ocupaban la primera posición en mortalidad por diferentes tipos de tumores, entre otros el de pulmón. Como soy médico de salud pública, epidemiólogo, me interesó profundizar en la relación entre la exposición al amianto y distintos tipo de enfermedades. A partir de ahí participé en el primer estudio multicentro que se hizo en España sobre exposición laboral al amianto, que coordinaba un centro de investigación en Barcelona, y en el que nosotros participamos aportando casos y controles de aquí de la zona. Sobre todo tratábamos el mesotelioma, el cáncer de pleura”, recuerda.
Cuenta Antonio que a partir de ese estudio se comprobó esta relación estrecha causal que hay entre este tipo de tumores malignos y la exposición a este mineral. “Fui entrando con mayor interés en el tema, y comprobé como en el hospital de Cádiz, yo entonces era jefe de sección de Medicina de Prevención de Salud Pública, los neumólogos en general no investigaban suficientemente los antecedentes ocupacionales de los pacientes con cáncer de pulmón o cáncer de pleura. A pesar de que ellos eran conscientes, sobre todo neumólogos que venían de otras provincias, que en la provincia de Cádiz veían un nivel de cáncer de pleura y pulmón mayor que en otros lugares”.
Escolar dice que intentó sensibilizar a los neumólogos para que profundizaran en los interrogatorios cuando aparecían estas patologías. “Se constataba que muchísimos de ellos habían estado expuestos al amianto, la mayoría trabajadores de astilleros”. “En la segunda fase me impliqué para ayudar a los familiares a que obtuvieran compensaciones”.
Su grado de implicación se fue ampliando hasta el punto de que cuando había un caso en el hospital “me remitían pacientes para que yo les hiciera un informe donde uno reconstruye su vida profesional. Los firmaba y se entregaban a los familiares para que, con ayuda de un abogado, pudieran acudir a un tribunal de lo social”.
Muchas veces la seguridad social denegaba el reconocimiento de enfermedad profesional a estos pacientes. Algunos moría rápidamente. Unos pocos se atrevían a dar el paso de buscar abogado e iniciar todo el procedimiento administrativo. “Estuve 15 o 20 años haciendo informes y ayudando a las personas que acudían a mí. A muchas aún las recuerdo”.
La insistencia de médicos como Antonio y de otros compañeros logró que el SAS creara hace una década una unidad para post afectados por el amianto. “Es que las enfermedades profesionales han estado siempre poco valoradas en el contexto que desde la administración sanitaria se hace de las enfermedades. Tras abrirse esta consulta se pasó de una fase previa en la que en los informes de alta de un enfermo con cáncer de pulmón no aparecía ningún antecedente ocupacional, a una segunda etapa en la que los neumólogos ponían expuesto al amianto en su vida laboral. Y en los diagnósticos ponían cáncer de pulmón tipo tal, estadio tal y expuesto al amianto. En la tercera se estableció un protocolo y se elaboraron informes más adecuados para posteriores reclamaciones judiciales”.
Lo que tiene claro Antonio Escolar es que “a las empresas les ha salido muy barato emplear amianto. Mucho más que en países como EEUU. A los trabajadores los dejaron abandonados, las empresas y a veces incluso la administración”.
Fuente: www.diariodecadiz.es
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